
Se acabaron las vacaciones para la polémica cantante. Amy Winehouse ha dado por finalizada su estancia en la isla de Santa Lucía, en el Caribe, y ha regresado a Londres con algo más de peso, pelo más corto y eso sí, llorando "como una magdalena", cuenta ¡Hola!
La cantante decidió tomarse un respiro de su turbulenta vida durante este último año y se marchó durante algo más de siete meses a estas islas para alejarse de las tentaciones y de su anterior estilo de vida. Desde entonces, se pudo ver a Winehouse disfrutando de baños en la playa, tomando el sol y hasta practicando yoga.
Aún así, la cantante no ha abandonado el Caribe plenamente recuperada, según sus padres, quienes afirman que siguen sintiéndose preocupados por su hija. Según ellos, Amy, a pesar de hallarse más tranquila en Santa Lucía, continuó bebiendo y llevando un estilo de vida "desordenado", algo que ha influído en su trabajo: la discográfica que amparó su revolucionaro trabajo Back to Black ha rechazado sus últimos temas compuestos en la isla, porque lo consideran de un estilo reggae que no tiene mucho que ver con su anterior trabajo, de clave más soul.
Además, su regreso está empañado por otro problema: Amy Winehouse tiene que enfrentarse esta misma semana a los juzgados, para responder ante los cargos que la acusan de agredir a una fan. En resumen, una vuelta triste y difícil para la cantante británica.
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