El doloroso relato de Miguel Frigenti sobre su infancia: "Era un infierno constante, era mi vida"

Miguel Frigenti en un evento en Madrid.
Miguel Frigenti en un evento en Madrid.
Jesus Briones / GTRES
Miguel Frigenti en un evento en Madrid.

"Era un infierno constante, era mi vida". Así recuerda Miguel Frigenti los años en el colegio, cuando desgraciadamente tuvo que lidiar con el rechazo de parte de su entorno por ser homosexual. El periodista aprovechó este lunes la celebración del Día del Orgullo LGTBIQ+ para publicar un doloroso texto sobre su infancia.

"Escribí esto hace cuatro años. Soy más feliz que por aquel entonces. Escribir esas palabras me liberaron. Lo superé. Superé lo que me hicieron. Soy libre: Se supone que la infancia debe ser la mejor época de tu vida", avanzó el colaborador de Sálvame a través de un hilo de tuits.

El comunicador considera que "todos los niños merecen ser respetados y queridos, pero la realidad es bien distinta": "Yo no tuve infancia. Me la robaron entre todos. A día de hoy, con casi treinta años, sigo pagando un precio muy alto por ello".

Frigenti no olvida aquella época. "Todavía tengo pesadillas en las que vuelvo a estar apoyado en un muro de color verde, en el centro del patio del colegio, completamente solo, con mis pensamientos y el único consuelo de una voz interior que me dice que en el futuro todo cambiará", se lee en el texto.

"Que todos los que me insultan y desprecian me verán salir adelante. No sé si algún día superare lo que viví durante mis primeros catorce años de vida. Que te tiren las sillas de clase encima, que te lancen comida en el comedor del colegio y que nadie haga absolutamente nada para impedirlo. Que tu tutor te envié al pedagogo de turno y que a tus padres les digan que el problema lo tienes tú por ser demasiado rebelde", apuntó Frigenti después.

Frigenti recuerda algunos episodios desagradables, como las palizas que le daban a la salida de la escuela: "Que te esperen cuatro personas en la puerta del colegio mientras una manada hace corro esperando para ver como te pegan patadas en el estomago y ningún profesor haga nada. Jamás comuniqué la situación real a mis padres. No pedí ayuda. Supongo que me sentía culpable y acepté la violencia porque la gente me decía que lo merecía; no era más que un maricón que sacaba malas notas y que no cuadraba con el resto".

"Era un infierno constante, era mi vida. Hoy me pregunto cómo un docente, un adulto, era capaz de maldecirme con palabras de tanto peso: 'Inútil. No vas a llegar a ningún sitio'. Cuando en clases de educación física teníamos que hacer grupos y nadie quería ponerse conmigo, el profesor se quejaba diciéndome que siempre ocurría la misma historia", lamentó el periodista.

Frigenti llegó a pensar que la violencia que recibía cada día en el colegio estaba justificada y se la merecía. Sin embargo, eso le hacía sentirse desconsolado y solo. "No soportaba más agresiones, estaba demasiado cansado", dijo, admitiendo que le envió una carta a una profesora contándole su situación.

La misiva le dio buenos resultados: sus profesores le aprobaron y se sintió motivado para seguir peleando contra las adversidades. Asimismo, recalca que las inseguridades que le dejaron aquellos años todavía le condicionan. "¿Es necesario el día del orgullo gay?, sí mientras haya niños rechazados y maltratados por ser como son. Hoy duermo con la conciencia tranquila. Me reafirmaron como persona y me impulsaron a luchar por mis sueños", zanjó.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento