
En ese sentido, el arzobispo de Sevilla expone que la Iglesia apuesta por los cuidados paliativos, porque "si toda enfermedad no es curable, toda persona sí es cuidable".
"Existen cuidados que no interfieren en el discurrir natural de la evolución de la enfermedad, como la sedación paliativa, la adecuación de las medidas diagnósticas y terapéuticas y los tratamientos para el dolor. Lo mismo ocurre con la no aplicación de medidas desproporcionadas. Ninguna de estas medidas es equiparable con la eutanasia, cuyo fin es acabar con la vida", asevera el arzobispo hispalense.
"HUMANIZAR Y ACOMPAÑAR ESOS MOMENTOS"
Así, explica que la Iglesia "es consciente de la dificultad que entraña el acompañamiento a la persona que sufre y su asistencia al final de la vida", pero "a su vez considera que es necesario humanizar y acompañar esos momentos".
Frente a la mencionada regulación, que ciñe la práctica de la eutanasia a dos peticiones expresas del paciente, información sobre sus posibilidades terapéuticas y además el criterio médico; y su protocolo paralelo para situaciones en las que el paciente no se encuentre en uso de sus facultades y no pueda realizar las solicitudes, el arzobispo propone "a todos a realizar la declaración de voluntad vital anticipada, para evitar que alguien ajeno tome decisiones sobre el valor de su vida".
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