Era un día como otro cualquiera en Sálvame cuando entró en el plató Lydia Lozano. No habría sido raro si no fuera porque Lydia Lozano ya estaba en el plató. Bajo aquella segunda Lydia, histriónica, espontánea y de humor cambiante, estaba Josep Ferré, el actor que ha dado el pelotazo son sus imitaciones en directo de los diferentes colaboradores del programa de tarde de Telecinco.

Lydia Lozano, María Patiño, Kiko Hernández, Kiko Matamoros, Belén Esteban, Miguel Frigenti, María Teresa Campos, Carmen Borrego, Víctor Sandoval, Anabel Pantoja… todos han pasado por el filtro de este artista que se define a sí mismo como “un actor que por encima de todo ama su profesión”.

Josep Ferré nació en Tarragona en 1970 y se licenció en la Escuela Superior de Arte Dramático de Valencia. Ha pasado por programas como Hable con ellas, Homozapping, Vitamina N y Tvist, además de otros trabajos.

La mayoría de las veces, una crisis puede ser una oportunidad. Durante el confinamiento Josep Ferré subió a su Instagram una parodia de la periodista Pilar Eyre. El resto, es historia. Esta: "Toni Díaz, del equipo de redacción de Sábado Deluxe la vio y me llamaron para ir al programa para parodiarla. Estaba sin trabajo y la llamada me alegró muchísimo. Les agradezco que pensaran en mí", dice Josep. A partir de ahí vino bombazo tras bombazo, risa tras risa y una penetración en redes sociales inaudita. Por Twitter o Facebook corrían sus imitaciones como la pólvora.

Ferré recuerda que su primera imitación debió ser la de alguno de sus profesores. "Había un maestro en concreto que cuando escribía con la tiza en la pizarra (ya tengo una edad) movía mucho el culo. Ya podéis imaginar. Todos le imitábamos", rememora.

Josep Ferré tuvo como escuela intensiva su paso por la compañía de La Cubana, una de las compañías teatrales más estables de España. "Aprendes a ver el teatro de una manera global. A cuidar tus textos, tus vestuarios, tus pelucas. Todos los detalles son importantes".

Y por los detalles brillan las imitaciones que Ferré hace de los personajes de Sálvame. "Esto es mérito del equipo de producción de Sálvame, que son geniales, muy currantes y me cuidan mucho", hace ver el actor, pues el día que va a trabajar le visten y caracterizan exactamente igual que como ese día vaya su imitado. El efecto espejo se potencia hasta límites magníficos.

Pero si por algo destaca Ferré no es solo por su técnica a la hora de imitar, sino por su conocimiento del mundo Sálvame, que le permite ser espontáneo e interactuar con libertad, moverse o responder preguntas con soltura. "En directo aporto bastante desde la improvisación", explica, porque eso "le da frescura" a su trabajo.

Y aunque siempre lleva algo preparado, saltar con lo que le viene a la cabeza es uno de sus grandes valores. Por el pinganillo, los directores David Valldeperas, Alberto Díaz y Miquel Ramels, "en ocasiones también enriquecen mi trabajo".

Pero, sobre todo, está el directo, la tensión, el estímulo de que una vez que se pone la peluca y al personaje, no hay marcha atrás, ni red. El directo le pone nervioso, pero también hace que se crezca. "Las dos cosas a la vez. Es una mezcla explosiva de nervios y adrenalina", explica.

Y al igual que un genetista es capaz de leer el adn de una persona, Josep Ferré puede leer los "puntos o tics característicos imitables o parodiables" de cada persona. Algo que “todos tenemos”.

Ferré está ahora en todos los zappings, en todos los memes, en miles de vídeos de Twitter… pero la fama no se le sube a la cabeza. Sabe que es una cosa efímera y delicada. "Todo son épocas y si el salto a la fama es por tu trabajo, bienvenido sea", dice aceptando el reconocimiento, pero sin levar anclas de la realidad, siempre con los pies en el suelo.

La suerte no siempre llega porque sí, hay trabajo detrás. "Me considero un actor que intenta adaptarse a los distintos medios que hay", expone Ferré. "Por suerte, cada vez más hay más medios para trabajar como actor gracias a la revolución digital y tecnológica", reconoce.

En el fondo, para plantarse delante de los colaboradores de Sálvame, del presentador, bajo la mirada del director y de los 1,6 millones de espectadores que ven el programa, hay que ser un poco gamberro.

Y ¿ha usado esa habilidad para imitar alguna vez en su día a día? Si, obvio. "Recuerdo que mi prima trabajaba en una empresa de transportes y le gastamos una broma a un compañero suyo. Me hice pasar por un cliente indignado. Pero lo hicimos durar poco porque el pobre lo estaba pasando mal. De eso hace ya bastantes años", confiesa Josep Ferré.

Entre colaboradores y personajes de Mediaset -"no sé si los presentadores serán los siguientes", dice- a Josep Ferré le gustaría rescatar a su vieja amiga, Soledad León de Salazar, porque "mala hierba nunca muere. Me gustaría que apareciese un día en Sálvame", pues “desde Hable con ellas la pobre está en el armario”.

4 preguntas a Josep Ferré

¿Cómo es tu proceso para meterte en la piel de los colaboradores? Escucho su voz e intento coger sus tics, su entonación y su tesitura. Me fijo en su posición corporal e intento adentrarme en su alma. Y luego, en plató, intento divertirme y que los televidentes se lo pasen bien viendo la parodia.

¿Ha habido alguno más difícil? Todas las personas tienen puntos complicados, pero Kiko Matamoros, por ejemplo, por su corpulencia y su voz, fue una parodia complicada, pero la disfruté mucho.

¿Todos se lo han tomado bien? En general todos reaccionan muy bien y juegan conmigo y potencian mi trabajo. Y ya sabes que dicen que si te imitan o parodian es que no has pasado desapercibido.

¿Se pierde por un momento la propia identidad cuando se imita? Cuando estoy en plató soy 100% el personaje. Pero cuando acaba el programa y se apagan las luces desconecto fácilmente.