Las mujeres sufren el 60% de los efectos secundarios de los medicamentos: "Muchos no han sido probados en ellas"

  • Cada vez más voces reclaman estudiar la ciencia de la diferencia por sexo en tratamientos y patologías.
  • "Hay fármacos que en la mujer pueden producir más arritmias y esta parece que es una de las razones por las que las mujeres mueren más tras un infarto", denuncia Carme Valls Llobet.
  • "Siempre me ha llamado la atención que se usara como modelo estándar al modelo masculino", añade Sara Cogliati.
  • OPINIÓN: La excepción que confirma la regla, por Rebeca Marín.
Efectos secundarios notificados en el sistema de farmacovigilancia de la Aemps.
Efectos secundarios notificados en el sistema de farmacovigilancia de la Aemps.
Carlos Gámez
Efectos secundarios notificados en el sistema de farmacovigilancia de la Aemps.

Las mujeres sufren el 60% del total de los efectos adversos de los medicamentos. ¿La razón? Los resultados de los estudios realizados con hombres o animales machos se "extrapolaban" a los organismos femeninos, dando por hecho que funcionan del mismo modo que los organismos masculinos. Pero hay buenas noticias: desde hace tres décadas se ha empezado a estudiar la ciencia de la diferencia y a partir de 2019, aunque eclipsado por la pandemia de la covid-19, los estudios que diferencian desarrollo y resultados por sexo han aumentado un 50%. 

Las mujeres no solo están sufriendo la mayor parte de los efectos adversos de las vacunas contra el coronavirus -el 83% de las notificaciones referentes a efectos adversos del suero de Pfizer/BioNTech hasta el 25 de abril en España provienen de pacientes femeninas; el 84%, en el caso de la vacuna de Moderna y el 75% en el de AstraZeneca-. A nivel general, la base de datos del sistema de farmacovigilancia de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps), relativa a todos los fármacos y vacunas aprobados en España, refleja que de las 343.145 notificaciones por sospechas de efectos adversos recibidas desde que se creó Fedra en 1995 y hasta el 30 de abril de 2021 (fecha de la última actualización), el 58,8% proceden de pacientes mujeres y el 38,2%, de pacientes varones.

Estos datos indican "que muchos de los fármacos que damos a las mujeres no han sido probados en mujeres, que solo han sido probados en hombres. No ha habido ciencia de la diferencia". Son palabras de Carme Valls Llobet, médica especializada en endocrinología y medicina con perspectiva de género, y autora, entre otros, de Mujeres invisibles para la medicina (reeditado por Capitán Swing). Valls explica que no se diferencia por sexos ni en la experimentación con animales: "Cuando se inventa un fármaco cardiovascular, el 75% de la investigación se realiza con ratas macho, y solo un 4% con ratas macho y hembra, y con ratas hembra, un 2,5%". De ahí se pasa a los ensayos clínicos con personas, "en teoría" paritarios, y posteriormente, "en la práctica", se administra a la población general, y es en esta fase cuando se observan más efectos adversos en mujeres.

Efectos secundarios notificados en el sistema de farmacovigilancia de la Aemps.
Efectos secundarios notificados en el sistema de farmacovigilancia de la Aemps.
Carlos Gámez

Respecto a las vacunas, Valls señala que "las mujeres utilizan más anticuerpos contra las infecciones", lo cual explica que sean las que más reacciones adversas registren, si bien también son quienes, a la larga, están "más vacunadas".

Valls Llobet, pionera en España en reivindicar la inclusión de las diferencias entre hombres y mujeres en el diseño y análisis de estudios sobre patologías y tratamientos, lamenta que en las facultades de Medicina "no se estudia la ciencia de la diferencia" porque se cree las enfermedades afectan igual a hombres y mujeres, salvo las enfermedades autoinmunes, como el lupus, que es más frecuente en mujeres jóvenes en edad reproductiva

En los ensayos clínicos relativos a patologías cardiovasculares, cita como ejemplo, el 38% de los estudios incluyen a hombres y mujeres (el resto, solo hombres o animales macho) y "aún quedan sesgos", porque los resultados no se diferencian por sexo y se emplea el término general de "pacientes".

Diferencias en cómo se metabolizan los medicamentos

Otros datos que sostienen la visión androcentrista de la medicina se encuentran en el metabolismo de los fármacos. El hígado de las mujeres metaboliza los psicofármacos de forma diferente que el hígado de los hombres, por lo que Valls reclama definir las dosis adecuadas para cada sexo: "Para rebajar la ansiedad a las mujeres, les tendríamos que dar la mitad de dosis que a un hombre, no el doble como estamos dándoles ahora". Otro ejemplo que cita la también vicepresidenta del Centro de Análisis y Programas Sanitarios (CAPS) es el metabolismo de algunos diuréticos por parte del riñón. "Si no se investiga, no se sabe que los riñones de las mujeres pierden más sal y por ello entran más fácilmente en coma cuando les administras un diurético durante demasiado tiempo. Esto debería recogerlo ya el prospecto, pero no lo pone y solo lo saben quienes investigan el tema".

"Hay fármacos que en la mujer pueden producir más arritmias y esta parece que es una de las razones por las que las mujeres mueren más tras un infarto"

Tercer ejemplo, relativo al corazón. "Las alteraciones en el electrocardiograma son diferentes en hombres y mujeres. Pero esto no se aprende en la facultad. Hay fármacos que en la mujer pueden producir más arritmias y esta parece que es una de las razones por las que las mujeres mueren más tras un infarto que los hombres. Los fármacos que se emplean son los mismos, pero no se sabe que las dosis deberían ser diferentes", apunta Valls, que también critica que desde principios de este siglo ya no se estudia el ciclo menstrual "porque no lo paga nadie" y en su lugar se recetan anticonceptivos. 

La pionera española en medicina con perspectiva de género señala una quinta desigualdad al comparar un marcador "fácil" de interpretar como la PSA para el cáncer de próstata con las mamografías, "que son un aplastamiento e irradiación de la mama", como método para prevenir el cáncer de mama, eliminado ya en Suiza y discutido en la comunidad científica para las pacientes jóvenes. Y una más, sobre la salud mental: en España se diagnostica cinco veces más depresión en mujeres que en hombres y "a lo mejor lo que tienen es cinco veces más explotación que el hombre, o son cinco veces más cuidadoras que el hombre", cuestiona.

Confusión en el diagnóstico

Otra de las mujeres que ha centrado su trabajo en estudiar las diferencias por sexo en la medicina es Sara Cogliati, investigadora del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa de la Universidad Autónoma de Madrid. Lleva años estudiando el fallo cardíaco y la diabetes tipo 2 en mujeres. "Siempre me ha llamado la atención que se usara como modelo estándar al modelo masculino, tanto en estudio preclínico con animales como clínicos con humanos. Me di cuenta de que esto es un error fundamental porque a nivel biológico somos distintos, pero hasta el momento pocos se han preguntado en qué sentido somos distintos, más allá de tener los cromosomas y las hormonas distintas. Los médicos advierten de diferencias clínicas entre hombres y mujeres y de que no pueden diagnosticar correctamente, y te das cuenta de que en la base de todo esto se encuentra la falta de conocimiento del mecanismo molecular".

Cogliati coindice con Valls al entender que si las mujeres sufren la mayoría de los efectos adversos de los medicamentos es porque "en primer lugar, los ensayos clínicos se realizan con menos mujeres" y esto lleva a calibrar dosis según un organismo masculino, cuando "no es lo mismo pautar una dosis para un hombre de 80 kilos que para una mujer de 50 kilos". En segundo lugar, continúa la científica, los fármacos tienen diferentes mecanismos de acción. "Se sabe, por ejemplo, que los mecanismos moleculares del dolor pasan por vías distintas en hombres y mujeres", señala. 

Cogliati compara los estudios con el diseño de las aceras, pensadas para peatones sin problemas de movilidad: "Las personas que se mueven en carrito, sillas de ruedas o con bastón se tienen que acoplar al modelo construido y esta adaptación conlleva más caídas y roturas"

La científica reivindica que la medicina tenga en cuenta al 50% de la población y a las "distintas realidades del mundo en el que vivimos", recogidas como "variaciones" en los estudios con el "hombre rico blanco como modelo de referencia". Para comprender cómo gran parte de la población queda "fuera de juego" en los ensayos, los compara con el diseño de las aceras de las ciudades, realizado "por personas que se mueven con las dos piernas". "Pero las personas que se mueven en carrito, sillas de ruedas o con bastón se tienen que acoplar al modelo construido y esta adaptación conlleva más caídas y roturas", ilustra.

Cogliati, especializada en cardiología, recuerda que los síntomas del infarto en mujeres son diferentes a los de los hombres. Mientras que ellos presentan dolor en el pecho y en el brazo, los síntomas de ellas "se confunden con ansiedad" y son falta de aire, dolor de estómago o garganta cerrada. "La mortalidad por infarto subraya, es el doble en mujeres que en hombres porque se desconocen y se confunden los síntomas y, por tanto, se llega más tarde al tratamiento", lamenta.

Según acaba de concluir una nueva Comisión de enfermedades cardiovasculares y mujeres de la revista The Lancet, "la enfermedad cardiovascular en las mujeres está poco estudiadasubestimada, infradiagnosticada y poco tratada a nivel mundial, a pesar de ser la principal causa de muerte en mujeres en todo el mundo" (el 35% cada año).

Motivos para la esperanza

Con todo, hay motivos para la esperanza. En 1991, la científica Bernadine Healy, al frente del Instituto Nacional de Salud de EE UU (NIH, por sus siglas en inglés) prohibió financiar trabajos que no incluyeran mujeres y minorías étnicas. Canadá incluyó en 2016 normas de investigación con perspectiva de género, y actualmente revistas de prestigio como The Lancet, The New England Journal of Medicine, Science y Nature devuelven trabajos que no incluyan mujeres o animales hembras. Además, afirma Carme Valls, desde 2019 su carpeta con trabajos publicados sobre salud y género ha aumentado en un 50%.

Uno de estos artículos es la reciente revisión publicada en The Lancet en agosto de 2020 en cuyas conclusiones sostiene que "a pesar de las políticas de Canadá, Europa y EE UU para incluir el sexo y el género en la investigación, la medicina establecida no ha asimilado la evidencia actual sobre las diferencias y la influencia del sexo y el género en la salud y la enfermedad humana", por lo que los investigadores (estadounidenses y europeos) reclaman la "necesidad urgente" de esfuerzos para incluir el sexo y el género en las investigaciones, en el estudio y en la práctica de la medicina, pues la ausencia de esta perspectiva "daña la salud de hombres y mujeres".

La doctora Valls se muestra esperanzada, pues tras años estudiando las diferencias por sexo en morbilidad y mortalidad, ahora detecta "cambios" como las normas de países y revistas mencionadas y "ganas" entre el alumnado de Medicina, donde el 80% son mujeres. Pero "costará": "Profesoras de primero y segundo de Medicina me preguntan si hay diferencias biológicas en las células, les digo que sí segregan proteínas diferentes y me responden que eso no lo están enseñando", relata. La experta atiende a profesionales "angustiadas" a las que exculpa "porque no nos lo habían enseñado". Una visión que comienza a tenerse en cuenta.

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