Pink relata cómo temió por su vida y cambió el testamento tras contraer el Covid

Hace un año, a primeros de abril de 2020, la cantante Pink hacía público que tanto ella, que entonces tenía 40 años, como su hijo Jameson, que cumplió 4 en diciembre, habían dado positivo en coronavirus. Ahora, tanto tiempo después pero aún con la pandemia entre nosotros, la cantante ha querido contar su experiencia para seguir concienciando hasta que todo esto acabe.

En una entrevista que la autora de éxitos como So What, True Love o Just give me a reason ha concedido a la emisora de radio Heart ha comentado cómo llegó a temer por su vida y la de su pequeño. "Jameson y yo estábamos realmente muy enfermos y pensé que, para nosotros dos, todo había terminado", ha reconocido.

"Fue verdaderamente aterrador", ha explicado Pink, que ha narrado cómo se levantó por la noche sin poder respirar (padece asma) y sin su inhalador y viendo cómo su hijo tenía una infección también respiratoria derivada del virus que le provocaba diarrea, fiebres y dolores de pecho, estómago, garganta y cabeza. "Me empecé a asustar muchísimo y reescribí mi testamento", ha añadido.

El miedo fue tal, ha rememorado la artista, que pensando en su primogénita, Willow, de 9 años, llamó a su mejor amiga y le confesó: "Solo necesito que le digas a mi niña cuánto la quiero". Tanto ella como Jameson son frutos de su matrimonio desde 2006 con su marido, el expiloto profesional de motocross Carey Hart.

Pink explica que esta experiencia ha sido "el mayor de los desafíos como madre, tanto física como psicológicamente" que ha pasado. "Acabas pensando: ¿Qué le dejo a mis hijos? ¿Qué les estoy enseñando? ¿Van a triunfar en este mundo?", ha afirmado Pink, que ha escrito una canción que, precisamente, son las últimas palabras de un padre a un hijo.

"Este mundo tan loco en el que vivimos ahora, ¿qué necesito decirles si esta es la última vez que puedo decirles algo? Pensando así nació la canción", ha explicado Pink, que tras superar el coronavirus donó medio millón de dólares al Hospital de la Universidad de Temple, en Filadelfia, así como otra cantidad cuantiosa (aunque al ser en metálico no se sabe cuánto exactamente) al Fondo de Crisis de Emergencia de Los Ángeles.