Ambas dolencias son difíciles de diagnosticar y de acreditar su relación con la incapacidad para trabajar, si bien resultan enormemente limitantes cuando se padecen de manera crónica y grave, como eran estos casos, según destacan desde la firma Velázquez y Villa, despacho encargado de defender los casos.
Las pacientes, auxiliar de enfermería una y coordinadoraformadora la otra, cuentan ahora con la concesión de una renta vitalicia del 75% de su base reguladora, por no poder ejercer su profesión habitual.
La distimia es un trastorno depresivo recurrente que, a diferencia de la depresión, no mejora con antidepresivos y se cronifica. Limita la capacidad de relacionarse y comunicarse lo que, en el caso de la demandante, coordinadora formadora de profesión, resultaba esencial para su desempeño laboral.
En su caso la dolencia está asociada a una patología digestiva que la hizo sufrir durante 10 años varias intervenciones quirúrgicas, ingresos recurrentes, tratamientos con psicofármacos y psicoterapia y corticodependencia.
En el caso de la fibromialgia, una dolencia más conocida, impedía a la paciente realizar su trabajo como auxiliar de enfermería dados los esfuerzos físicos que éste le exigía. En su caso, la fibromialgia estaba acompañada por cervicalgia y lumbalgia, dolor generalizado y fatiga y un consecuente trastorno depresivo persistente y crónico sin respuesta al tratamiento.
La mayor dificultad que presenta la fibromialgia en el plano laboral es, según la directora general de Velázquez y Villa, "la falta de pruebas objetivas que acrediten la dolencia. En términos generales se considera una enfermedad compatible con el trabajo y conveniente la actividad física; hay que explicar y acreditar muy bien los motivos por los que la dolencia impide trabajar".
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