El descubrimiento de un fósil en el Ártico, en una zona perteneciente a Canadá, ha aportado nuevos datos que permiten explicar por qué las focas tienen aletas, según una investigación publicada en la revista Nature. Es el eslabón perdido de las focas, justo en medio del paso de la tierra al mar de esta especie.
El estudio, encabezado por Natalia Rybczynski, del Museo Natural de Ottawa (Canadá), demuestra que las focas pasaron durante su evolución de animales terrestres a marinos por una fase intermedia, en la que habitaron en agua dulce.
El fósil fue encontrado en el Ártico en 2007, en la isla Devon, y ha sido bautizado Puijila darwini, un carnívoro semiacuático de la época del Mioceno.
Tenía la apariencia de una nutria, pero un esqueleto similar al de las focas, según se informa en la web del Museo de la Naturaleza de Canadá, donde los científicos han hecho la investigación.
Una foca andante
Los científicos lo definen como "una foca andante", porque tiene patas de mamífero terrestre, pero adaptadas al nado.
Este mismo proceso fue seguido por el resto de animales pinnípedos, es decir, mamíferos marinos que se alimentan exclusivamente de peces y que tienen las patas posteriores ensanchadas en forma de aletas.
El descubrimiento indica no sólo que durante una época las focas fueron animales de agua dulce sino que el Ártico pudo haber sido el lugar donde se produjo la evolución de los pinnípedos.
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