"Me gustaría que el espectador pudiera entrar en la obra de arte como un actor entra en su propia escena". El deseo de Juan Muñoz (Madrid, 1953- Ibiza, 2001) se cumple. En el jardín, el claustro, la terraza... del Museo Reina Sofía sus esculturas sorprenden al visitante hasta el 31 de agosto.

Nunca se ha dedicado una retrospectiva tan completa a Muñoz. Es cierto que ésta, patrocinada por la Fundación Banco Santander y coorganizada por la Tate Modern, se ha mostrado tanto en la galería londinense como en el Guggenheim de Bilbao, pero para su exhibición en Madrid se ha visto notablemente enriquecida en cuanto al número de piezas.

Una de las obras que no se han expuesto con anterioridad es Sara With Mirror (Sara frente al espejo), de 1986, con un elemento, el espejo, al que Muñoz recurría para expresar alteridad.

Pero el repaso comienza incluso antes, en torno a 1984, cuando Muñoz firmó sus trabajos más tempranos, entre ellos las primeras miniaturas de elementos arquitectónicos sencillos como Escalera de caracol.

Con el tiempo, sus creaciones fueron creciendo en complejidad y exotismo. Se refleja en la variedad de figuras de presencia física extraordinaria como humanoides animados electrónicamente, muñecos de ventrílocuos y enanos.

La muestra también reúne algunas de las representativas "escenas de conversación", ya datadas en los noventa. Se trata de esculturas despersonalizadas, mitad humanas y de base esférica que interactúan.

El recorrido concluye con grandes composiciones como Many Times (1999), que, compuesta por unas cien figuras, ocupa una sala completa.