Las jardineras del casco histórico son los principales objetivos de los vándalos que destrozan todo lo que encuentran a su paso. Únicamente se salvan las macetas de las farolas «porque están demasiado altas», comentan fuentes de Mantenimiento.

Los operarios de este área municipal reponen cada año un total de 11.300 flores que son arrancadas de cuajo o robadas. El vandalismo se lleva por delante el 10% del total de unidades plantadas cada temporada, lo que supone un sobrecoste de 33.000 euros sobre el presupuesto que anualmente destina Mantenimiento a jardinería.

Aún así, las mismas fuentes subrayan que se «está observando una tendencia a la baja tanto en las sustracciones como en los actos vandálicos que se ceban en las flores, dado el buen efecto en la concienciación que produce la perseverancia en la reposición y el cultivo» de las mismas. La ciudad cuenta con casi 4.000 metros cuadrados (repartidos en 32 zonas) de suelo cultivable con planta de flor.

En ellas, los operarios efectúan dos plantaciones anuales: una para su floración de invierno, que se realiza a mediados de noviembre; y otra a mediados de mayo para su floración estival.

En cada actuación, que supone un coste de 165.565 euros, se emplean 56.507 unidades de planta de flor en maceta, que reemplazan a otras tantas. Además, hay montadas cuatro columnas florales de forma permanente en la plaza del Carmen e Isabel la Católica y 368 cubos florales en 46 farolas ubicadas en Puerta Real y la mediana de Acera del Darro. Estos casos requieres tres reposiciones anuales.

Pensamientos y petunias

En la ciudad se encuentran una gran variedad de especies. En la temporada de invierno priman los pensamientos (casi en un 90%) y ciclámenes en algunos casos.

Las petunias, geranios, tagetes, salvias o begonias predominan en primavera. Presidiendo la Casa Consistorial hay plantas de poinsetia, ciclamen y sulfinias; y geranios bajando hacia Puerta Real.