Según Antonio Fernández Parra, profesor de psicología clínica infantil en la Universidad de Granada, «este trastorno tiene varios tratamientos eficaces y con el tiempo termina desapareciendo».
De este modo, los porcentajes bajan hasta el 2% en los niños de 12 años y casi es inexistente en los de 15. La técnica de la alarma, uno de los procedimientos más habituales, consiste «en enseñar al niño a despertarse cuando se acumula una gran cantidad de orina en la vejiga y suele aplicarse junto con otras estrategias de tratamiento psicológico». También existen tratamientos farmacológicos, pero sólo cuando el problema es físico.
El origen del trastorno no está aún muy claro. Influyen los antecedentes (si los padres se orinaban, hay un 80% de posibilidades de que también lo haga el hijo), así como la capacidad de la vejiga.
Soluciones
Fármacos: Algunos hacen que se produzcan menos orina por la noche.
Refuerzo: Es bueno dar un premio al niño cuando se levante seco.
Alarma: En casos extremos se coloca una alarma en la ropa interior que avisa al niño de que se ha hecho pis.
Hábitos: Es recomendable disminuir la ingesta de líquidos después de la cena.
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