Un bando de 1924 instaba a los salmantinos a detener su vehículo si se cruzaban a un animal que diese muestra de espanto

La ciudad de Salamanca se ha ido adaptando a las circunstancias del tráfico rodado y, tras el fulgurante aumento de vehículos a motor, ha pasado de tener coches transitando por la Plaza Mayor o la calle Zamora a ir restringiendo accesos para recuperar zonas peatonales.

Entre medias, se han dado bandos como uno en 1924 que obligaba a los conductores a ir a una velocidad de "paso del hombre" por caminos estrechos o a detenerse incluso si se cruzaban con animales con posibilidad "de espanto", tal y como recoge la reciente publicación 'La vida cotidiana en la Salamanca del siglo XX. 1924-1939' del exalcalde de la ciudad Jesús Málaga Guerrero.

Esta investigación del exregidor municipal señala que, el 22 de abril de 1924, el gobernador civil de entonces, Maximiliano de la Dehesa López, publicó un bando en el Boletín Oficial de la Provincia para anunciar sanciones a aquellos que condujesen vehículos sin llevar matrícula.

Ese mismo documento informaba de multas para los conductores que "no moderasen su marcha" y no se detuvieran al acercarse a animales de tiro que diesen muestra "de espanto", señala Málaga en el libro, publicado por la editorial del Ayuntamiento de Salamanca.

Jesús Málaga añade en su obra que aquel bando de 1924 contemplaba que los coches no podían superar la velocidad que "pudiera producir desorden" y que la marcha en parajes estrechos no podía ser mayor a la equivalente al paso del hombre.

NUEVOS CAMBIOS

Son modificaciones en la vida diaria de hace un siglo, ahora Salamanca se encuentra en un nuevo proceso de reconversión de su movilidad urbana. Actualmente está llevando a cabo la adecuación de 214 calles que pasarán a denominarse "residenciales" y en las que la velocidad del tráfico se limitará a un máximo de 20 kilómetros por hora.

De esta forma, estas vías, ubicadas en el centro pero también en distintos barrios de de la ciudad, verán cómo los coches tendrán que ir más despacio y atrás quedarán los tiempos en los que estaba permitido circular por ellas a velocidades de hasta 50 kilómetros por hora.

PUENTES

Sobre cambios en la movilidad, lejos quedan también los años en los que sólo había un paso por el que cruzar el río Tormes, el milenario Puente Romano, o cuando se planteó a inicios del siglo XX la modificación de esta monumental infraestructura de piedra, sobre la que corrió el riesgo de ampliar el ancho de calzada con voladizos metálicos a los lados que permitiesen mayor fluidez de vehículos.

Por suerte, el Puente Romano se mantuvo como en sus orígenes y se levantó uno nuevo en sus proximidades para cubrir esas nuevas necesidades del paso de carros, se trata del conocido como "Puente Nuevo", el de Enrique Estevan. Luego llegaron otros como el Rodríguez Fabrés, el de la Universidad, el de Felipe VI o el de Juan Carlos I, que son los que permiten ahora salvar las aguas del Tormes a su paso por la milenaria ciudad.

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