Han pasado casi seis meses desde que Pablo Alborán hizo público, a través de las redes sociales, que es homosexual. Una confesión que llegaba después de varias relaciones fallidas y un romance que, por aquel entonces, empezaba a desperezarse. Romántico y natural, Pablo tenía ganas de vivir libremente y sin preocupaciones. Harto de justificaciones y fingimientos, quiso empezar de cero -al menos en lo público- sin tener que esconder las muestras de afecto que surgieran durante las citas con su nueva conquista.

No pasó mucho tiempo hasta que Ricardo, un apuesto canario al que sus amigos llaman cariñosamente Xaxo, se convirtió en su nuevo novio. Todo eran violines, pianos y canciones de amor hasta que los primeros problemas aparecieron en el otoño. Me cuentan que la relación con Ricardo es más inestable de lo que se podía creer. Aunque han pasado el verano juntos en Ibiza y se les ha podido ver de lo más naturales en playas y chiringuitos, lo cierto es que es un amor de ida y vuelta lleno de microespacios que cuestionan su estabilidad.

Tanto es así que en sus últimas entrevistas, Pablo insinúa que está soltero, confirmando que lo suyo con Ricardo está en tierra de nadie. Y eso que su entorno aplaudía un noviazgo que también le aportó nuevas amistades como Ángel, el exnovio guardia civil de Ricardo, con el que también compartieron escenas de mar, arena y sol.