El investigador de la Universidad de Navarra Enrique Baquero, junto a su equipo, ha descubierto una nueva especie animal en la Cueva de Altamira. Así, presentan al colémbolo perteneciente al género Pseudosinella, un artrópodo parecido a un insecto y de poco más de un milímetro.

El estudio, publicado en la revista ZooKeys, recoge que los colémbolos son un grupo de artrópodos hexápodos (de seis patas) parecidos a los insectos, que disponen de un órgano especializado para el salto.

La especie ha sido bautizada con el nombre Pseudosinella altamirensis y, por la forma en que se comporta en la Cueva de Altamira, los científicos ponen bajo sospecha que pueda actuar como vector de dispersión de ciertos microorganismos, ya sea porque se quedan adheridos a su cuerpo, o por ser digeridos y dispersados con sus excrementos.

Altamira es una cueva especialmente sensible, pues presenta una diversidad microbiana muy elevada. “Los colémbolos son casi todos fungívoros (comen hongos), por lo que "en una cueva donde hay pinturas valiosas pueden hacer llegar esporas de hongos a ellas y se podrían deteriorar”, asegura Baquero. Como consecuencia, propone desarrollar un estudio “para averiguar si Pseudosinella altamirensis es un problema o no”.

Este descubrimiento se ha producido durante los trabajos llevados a cabo en Cantabria por Carlos González Luque, financiados por el Gobierno de esa comunidad. Sin embargo, la investigación comenzaba en el año 2000 con el estudio sobre la fauna de invertebrados de la Cueva de Altamira, contando con el respaldo del Museo Nacional y el Centro de Investigación de Altamira y de su director, José Antonio Lasheras, a quien se le dedica la publicación a título póstumo.

Twitter: @ebaquerom

Una singularidad de este hallazgo, comparado con la inmensa mayoría de las especies nuevas que se describen en la actualidad, es que “nadie había encontrado o estudiado jamás dicho colémbolo; algo llamativo, dada la importancia de la Cueva de Altamira”, tal y como subrayan. “Su existencia habría pasado inadvertida por habitar en suelos que mantienen gran cantidad de huecos y espacios libres que les sirven de ruta de movimiento, escape y refugio”.