Comienzan por satisfacer sus necesidades sexuales a través de Internet. Pero la saturación de sexo en la red les lleva a probar «cosas nuevas» hasta que descubren la pornografía infantil. Poco a poco, contactan con foros donde conocen a mucha gente que hace lo mismo que ellos.
Así es como este perfil de internauta crea su propio mundo y olvida que lo que hace es ilegal e inmoral. Es el peligroso «camino» que convierte al curioso en un pederasta, según el estudio que está desarrollando el Departamento de Psicología de la Universidad de Jaén.
El objetivo de la investigación, en el que colabora la Guardia Civil, es predecir, a través de este perfil «la probabilidad que tienen estas personas de abusar sexualmente de menores», explica José Antonio Muela, uno de los profesores participantes.
Un objetivo que a priori resulta muy complicado puesto que los accesos a pornografía infantil en la red se han multiplicado enormemente en los últimos años, según la Benemérita.
Se ganan la confianza
Los pederastas tienen atribuciones equivocadas: «piensan que el niño les seduce a ellos y que los padres coartan la libertad de desarrollar las necesidades sexuales a su hijo», dice el profesor.
Para ello, en la mayoría de los casos, el pederasta «sabe cómo engañar a los padres del niño», se hace amigo de ellos hasta ganarse su confianza y conseguir que le dejen el hijo a su cargo.
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