Los mayores conquistan en 20 años una vejez activa siendo sostén de la sociedad

Magí Valls, médico jubilado, estudia Humanidades en la Universitat de la Experiència de la Universidad de Barcelona (UB).
Magí Valls, médico jubilado, estudia Humanidades en la Universitat de la Experiència de la Universidad de Barcelona (UB).
CEDIDA
Magí Valls, médico jubilado, estudia Humanidades en la Universitat de la Experiència de la Universidad de Barcelona (UB).

Las personas de más de 65 años suponen el 19,3% de la población española, de 47 millones en 2019. Son más de 9 millones de personas (9.057.193) según los datos estadísticos del Padrón Continuo del Instituto Nacional de Estadística (INE). Según estas proyecciones, en 2068 podría haber más de 14 millones de personas mayores de 65 años, el 29,4% de los más de 48 millones de habitantes con los que contará España. 

En las últimas dos décadas, las personas de edad avanzada han seguido aumentando en proporción en nuestro país, en un proceso de envejecimiento en el que han alcanzado una mayor esperanza de vida por la mejora de las condiciones sanitarias, económicas y sociales. 

Este fenómeno se verá potenciado en 2023 cuando las primeras generaciones del baby boom, los nacidos entre 1958 y 1977, alcanzarán los 65 años de edad. 

Esta generación, además, no se considera mayor. Los expertos son conscientes de que, en la sociedad actual, "nadie quiere serlo" por lo que se ha de reivindicar la idea de que "tengamos la edad que tengamos podemos hacer cualquier cosa". 

Los expertos son conscientes de que, 
en la sociedad actual, "nadie quiere ser mayor" por lo que se ha de reivindicar 
la idea de que "tengamos la edad que tengamos podemos hacer cualquier cosa"

En 2018, las mujeres tenían una esperanza de vida al nacer de 85,9 años y los hombres de 80,5 años (83,2 de media en ambos sexos). En este contexto surge el concepto de envejecimiento saludable, en el que las mujeres de más de 65 años destacan por tener una esperanza de vida mayor que los hombres (23,5 sobre 19,5 años, según Eurostat, Healthy life years).

Magí Valls, 76 años, estudiante universitario: "Estoy rejuveneciendo intelectualmente"

En la Universitat de Barcelona (UB) hay 1.500 estudiantes seniors haciendo cursos. Esto era impensable hace 20 años. Son parte de la Universitat de la Experiència, un proyecto en el que las personas mayores pueden asistir a clases ordinarias junto a las nuevas generaciones, lo que genera un enriquecimiento mutuo entre ambos colectivos. 

Magí Valls, médico jubilado barcelonés de 76 años, cursa estudios por segundo año en esta iniciativa de la UB. Supo de esta posibilidad formativa por un anuncio y se apuntó en la segunda convocatoria de Lenguas y Literatura, una vez retirado de su actividad profesional como médico ginecólogo en la sanidad pública. Ahora está cursando Humanidades. "Siempre me ha gustado leer y como no sé estar quieto y tengo mucho tiempo libre me decidí", explica. 

En la Universitat de Barcelona (UB) 
hay 1.500 estudiantes seniors haciendo cursos. Esto era impensable hace 20 años

Mientras que en el primer curso pudo asistir a clases de Grado en el edificio histórico de la Universitat de Barcelona (UB) . que conoce bien del pasado: "Corrí mucho delante de los grises", recuerda, este año está siguiendo las clases por vía telemática, lo que le gusta menos. "En Lenguas y Literatura asistía a asignaturas opcionales con alumnos de Grado y podía entrar en contacto tanto con ellos como con los profesores. Rejuvenecí intelectualmente", explica. 

"Todos eran muy majos y muy colaboradores", comenta Valls, y nos decían que los alumnos seniors "no incordiábamos". Una compañera de aula, también senior, "a sus 85 años, era la primera en estar sentada en clase los viernes y también se la veía por el patio y la biblioteca". 

"Una compañera de aula, también senior, a sus 85 años, era la primera en estar sentada en clase los viernes"

Él se considera un alumno participativo. Con compañeros se ha dejado apuntes y ha tenido una "relación correcta". Se acordará "siempre" de un chico con rastas "que la primera vez que lo vi pensé que si me lo encontraba por la calle de noche me pondría junto a la pared" y que resultó ser "encantador, bien preparado y con un discurso intelectualmente brillante". 

No obstante, él conoce a las nuevas generaciones y en eso le ha ayudado su experiencia profesional como tutor de docencia de médicos residentes. De los profesores destaca "el fácil acceso a ellos", algo que en el pasado simplemente "no existía". Recuerda que se apuntó a un curso presencial de Lingüística y cuando la profesora pidió voluntarios para hacer un análisis de lengua del siglo XI "salí a la pizarra".

Primer contacto con las clases virtuales

"Actué como alumno de grado. No me gusta estar callado y escondido. Ahora con las clases telemáticas puedes levantar el dedo virtualmente para preguntar al profesor o escribirle, pero no es lo mismo", indica, aunque reconoce que sigue "disfrutando un montón" aunque por vía Internet "no llegue a desconectar pero haya momentos en que se hace pesado". Ahora está adentrándose en la Historia Medieval: "Había cosas que conocía a nivel de lector aficionado pero no sabía ni detalles, ni cómo ni cuando".

Esta cercanía con compañeros y catedráticos le gusta, ya que era algo impensable cuando él estudió Medicina. "Entonces no te examinabas si no llevabas corbata. Ahora los chicos van a clase con camiseta y bermudas", dice. Lo único que no comparte respecto a cuando él fue estudiante universitario es "el coleguismo con el profesor, no me gusta, creo que se le pierde el respeto". 

Su entorno familiar y de amistades le ha animado desde el primer momento a apuntarse a la universidad y, por mediación de él, otras personas han dado el paso. "Un cuñado más joven se acabó apuntando a Astronomía y Metereología".

Los hijos le ayudan con la informática, que conoce a nivel usuario y en la que ya domina las videollamadas, que fueron "la única manera de ver a mis nietos durante el confinamiento". Dos de sus tres hijos se dedican profesionalmente a la tecnología.

Remarca Valls que, por suerte, la oferta formativa y de ocio para jubilados "no la ofrece solo la universidad, sino que hay múltiples opciones con miles de personas apuntadas". Comenta que "mucha gente se prejubila con poco más de 50 años y tienen inquietudes, por lo que se apuntan a diferentes actividades". 

Y hace una reflexión en voz alta: "Hace unos cinco años, con 71, me compré unos pantalones rojos. Y me pregunté: ¿Mi padre lo hubiera hecho? Y pensé que no, porque era otra generación, la mía que es la previa al baby boom es mucho más activa".

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