Malestar e indignación en la primera jornada de cierre en bares y restaurantes

Bar en el primer día de cierre de la restauración
Bar en el primer día de cierre de la restauración
Miquel Taverna
Bar en el primer día de cierre de la restauración
Bar en el primer día de cierre de la restauración. Miquel Taverna

La primera jornada de cierre de restaurantes y bares en Barcelona ha dejado malestar e indignación entre los restauradores. Según cálculos de PIMEC, unos 45.000 establecimientos y más de un 6% de trabajadores se verán afectados por la decisión del Departamento de Salut, que supone un duro golpe justo cuando estaban retomando la actividad tras el confinamiento.

15 días de cierre que se traducirán en 780 millones de euros que los locales dejarán de ingresar, lo que equivale, según PIMEC, al 71% de los beneficios anuales del sector. Datos que han forzado a muchos restaurantes a ofrecer comidas y bebidas para llevar y a domicilio.

Como respuesta, los restauradores y también los comerciantes han convocado una protesta este viernes en la Plaça Sant Jaume de Barcelona para protestar por la medidas del Govern

El presupuesto anunciado por la Generalitat para apoyar al sector es de 40 millones de euros, una cantidad que, según Josèp Gonzaléz, presidente de PIMEC, es insuficiente ya que solo representa el 5% de la facturación que se perderá.

“Hay una inseguridad constante y una cierta improvisación” ha lamentado Gonzàlez, que cree que las restricciones deberían haberse aplicado de manera más gradual y así no haber llegado al cierre. Además de pedir ayudas, PIMEC reclama una moratoria del pago de los impuestos y agilidad en la tramitación de ERTES.

Cristina, propietaria de un restaurante en Barcelona, opina que la medida es injusta. “¿Por qué tenemos que cerrar nosotros, pero el metro está lleno de gente?”. Cree que si respetan las medidas de higiene deberían poder abrir. “No sé cómo vamos a sobrevivir, tenemos que pagar impuestos y no podemos trabajar”, se queja. Para intentar suavizar el impacto prepara comida a los clientes que reserven con cita previa.

En la misma situación se encuentra Mónica, propietaria del bar Gatto Rosso, que también ofrece comida a domicilio. “Justo ahora que estábamos empezando a trabajar más, nos cierran”, se queja. Un cierre que se suma al hecho de que muchos de sus clientes, trabajadores de oficinas, están en casa, lo que afecta al número de pedidos que reciben.

La difícil situación de Lleida

Uno de los lugares donde la medida está causando más impacto es en Lleida, que ya sufrió un cierre perimetral en verano que afectó a más de 3.000 establecimientos y 11.000 puestos de trabajo del sector. 

La Cámara de Comercio de Lleida destaca “la magnitud de la tragedia” y el impacto económico que supone el cierre. Así mismo, la Cámara recuerda que la medida afecta a todos los proveedores del sector, ya que muchos tienen como cliente principal al sector de la restauración.

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