Un granadino hace esculturas con calabazas, a las que proporciona formas inverosímiles. La pasión por el huerto la heredó de su padre en Dúrcal (Granada), pero el interés por el arte es innato. El granadino Juan Antonio Haro hace esculturas con las calabazas que cultiva en su pequeña finca de Nigüelas.

Hace seis años comenzó a sembrarlas junto a sus coles, lechugas y tomates, y descubrió las formas fascinantes de las calabazas. Desde 2006, las convierte en esculturas y es el único en el mundo que trabaja con tan atípicos materiales. Las Meninas de Velázquez o El Quijote son algunas de sus curiosas obras, que necesitan casi cien horas de trabajo y más de 30 ejemplares de calabaza para cada figura.

Haro cultiva todo tipo de variedades de calabaza: de agua enanas, extra largas, de pera o gigantes. Por Internet ha conseguido semillas de California, del campeón del mundo en tamaño -el récord actual es de un fruto de 755 kilos- o del campeón de Europa, que vive en Bélgica. Cada tipo de calabaza le sirve para hacer las distintas partes del cuerpo de sus peculiares creaciones.

Su actividad artística, que compagina con su trabajo en la delegación de Asuntos Sociales de la Junta, está abierta a todo tipo de experimentos. Uno de sus vecinos de Nigüelas le regaló una máquina de hacer tatuajes y Juan Antonio se atrevió a colorearles la piel a las calabazas antes de arrancarlas de la mata. Además, Haro escribe poesía, en breve editará su tercer libro, y con un poema de Miguel Hernández, Nanas de la Cebolla, tituló una reciente exposición en el centro cívico Beiro.

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