Bigote Arrocet no quiere saber nada de Teresa Campos

  • El chileno no se arrepiente de ninguna decisión, pero tampoco quiere tener ningún enfrentamiento.
María Teresa Campos, en una imagen reciente.
María Teresa Campos, en una imagen reciente.
GTRES
María Teresa Campos, en una imagen reciente.

Bigote Arrocet no tiene intención de volver con María Teresa Campos. Nada hay de cierto en esos comentarios que apuntan a que el humorista sigue enamorado de la presentadora y que deshoja la margarita en busca de respuestas calmantes. Hace mucho que el amor se fundió a negro y ni siquiera han cicatrizado las heridas de esa ruptura que más bien fue escapatoria. Harto de las conductas autoritarias, Bigote pidió tiempo y clemencia, pero nadie le entendió. Desde Chile, hospedado en casa de su hermana, no se arrepiente de ninguna decisión, pero tampoco quiere tener ningún enfrentamiento.

Tanto es así que ha rechazado interponer demandas contra quienes han vulnerado sus derechos fundamentales e, incluso, se ha interesado por su (no) hijo Alexis. Le preocupa cómo se está organizando "el chico" ahora que la Justicia ha probado que no es su hijo biológico. Siente lástima, compasión y rabia porque su ambición rompió un saco que estaba repleto de monedas de oro. No debió aventurarse a lo legal cuando su madre ya le había confesado que el humorista no era su padre. Alexis no le creyó. Bigote hubiera ejercido de igual manera, como siempre, cubriendo necesidades y frivolidades. Ahora es tarde.

Entre los retazos de actualidad, me consta que también le han hecho partícipe de la entrevista inclasificable que su ex concedió este fin de semana en Sábado Deluxe. Preocupa la regresión de María Teresa a esa infancia rebelde en la que no parece haber límites. Aunque en público le restan importancia, sus hijas se hacen cruces ante un desnorte que empaña y languidece todo éxito obtenido. No pueden frenarla, ni siquiera haciéndole partícipe de las críticas y las consecuencias de sus continuos órdagos. Se arriesga demasiado al intentar boicotear eso a lo que llama "telesangre" cuando Terelu y Carmen pagan sus facturas gracias a ella.

Tampoco acierta al encumbrarse como deidad de la moral cuando la hemeroteca descubre que ha usado los mismos zapatos para andar -oh, sorpresa- los mismos caminos. Quizás se le han olvidado aquellas cenas para "matar" a Emma García -quería que Terelu presentara A tu lado- o la bronca que le cayó a María Patiño en la sastrería de Telecinco y que vieron unos ojos que bien podrían ser los míos. 

Debería medir sus palabras y apartarse un tiempo prudencial para no correr la misma suerte que Sara Montiel, quien pasó de estrella internacional a arrastrarse por los polígrafos de la tele en busca de un minuto de purpurina y vanidad. Chispazos de euforia a los que Leiva canta en su último sencillo y que parecen también triste reflejo de este ocaso que se puede evitar.

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