El presidente electo de Estados Unidos, Barack Obama, ya tiene claro uno de los retos para el próximo año: dejar de fumar.
Pese a que Obama dijo haber dejado el hábito de fumar durante la campaña electoral no lo ha cumplido, tal y como él mismo confesó a principios de de diciembre en una entrevista en la cadena NBC. Dijo que había intentado dejarlo en numerosas ocasiones, "pero en más de una vez he descarrilado".
En otra entrevista reciente, concedida a la revista Men's Health, Obama admitió fumar unos siete cigarrillos diarios (de marca Marlboro, según Chicago Sun-Times), muy por debajo de lo que suele consumir un fumador medio.
Una Casa Blanca para no fumadores
Algunos se preguntan por las posibles consecuencias de que el presidente electo deje el hábito. Por ejemplo, desde Slate se cuestionan si Obama perderá su "increíble voz" si abandona el tabaco.
Se da la circunstancia de que la Casa Blanca es un espacio totalmente libre de humos, por lo que el futuro presidente tendría que salir al exterior para poder fumar, con los consecuentes riesgos que eso conllevaría, según los servicios secretos.
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