Las historias bíblicas más bonitas y famosas

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La Biblia. Foto Jorge París (20minutos)
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La Biblia. Foto Jorge París (20minutos)

En la Biblia se relatan numerosas historias que, con el paso del tiempo, han trascendido a la cultura popular: la pelea entre David y Goliat, la destrucción de Sodoma y Gomorra, etc. 

En esta lista, votada por los lectores de 20minutos, un usuario ha querido recoger los relatos más conocidos por todos nosotros. Lista creada por el usuario Venhut

  • 1
    Pecado original de Adán y Eva

    Pecado original de Adán y Eva

    La serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Dios había creado, la cual dijo a la mujer:

    — ¿Con que Dios os ha dicho que no comáis de todo árbol del huerto?

    — Del fruto de los árboles del huerto podemos comer, pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios que no lo comamos ni toquemos, sino moriremos.

    — No moriréis, sino que sabe Dios que el día que comáis de él serán abiertos vuestros ojos y seréis como Él.

    Vio la mujer que el árbol era bueno para comer, agradable a los ojos y codiciable para alcanzar la sabiduría. Tomó de su fruto y comió, y dio también a Adán, quien comió como ella. Oyeron la voz de Dios que paseaba por el huerto, al aire del día, y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Dios entre los árboles. Mas Dios llamó al hombre y le dijo:

    — ¿Dónde estás tú?

    — Oí tu voz en el huerto y tuve miedo porque estaba desnudo. Me escondí.

    — ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol que yo te mandé que no comieses?

    — La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí.

    Entonces Dios dijo a la mujer:

    — ¿Qué es lo que has hecho?

    — La serpiente me engañó y comí.

    Y Dios dijo a la serpiente:

    — Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo. Sobre tu pecho andarás y polvo comerás todos los días de tu vida. Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; esta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.

    Y Dios dijo a la mujer:

    — Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces. Con dolor darás a luz los hijos y tu deseo será para tu marido, y él se hará dueño de ti.

    Y Dios dijo al hombre:

    — Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer y comiste del árbol del que te mandé que no comieras, maldita será la tierra por tu causa. Con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado, pues polvo eres, y al polvo volverás.

    Y los sacó Dios del huerto del Edén.
  • 2
    Destrucción de Sodoma y Gomorra

    Destrucción de Sodoma y Gomorra

    Los dos ángeles llegaron a Sodoma al anochecer. Lot estaba sentado y, al verlos, se levantó para recibirlos postrándose a tierra.

    — He aquí, señores míos, venid, por favor, a la casa de vuestro siervo. Pasad la noche y lavaos vuestros pies. Por la mañana os levantaréis temprano y seguiréis vuestro camino.

    — No, pasaremos la noche en la calle.

    Lot insistió mucho, así que fueron con él y entraron en su casa. Él les preparó un banquete, hizo panes sin levadura y comieron, pero antes de que se acostasen, los hombres de la ciudad, todo el pueblo junto, desde el más joven hasta el más viejo, rodearon la casa y llamaron a Lot:

    — ¿Dónde están los hombres que vinieron a ti esta noche? Sácanoslos, para que los conozcamos.

    — ¡Por favor, hermanos míos, no hagáis tal maldad! He aquí tengo dos hijas que todavía no han conocido varón. Os las sacaré, pues, y haced con ellas como os parezca, solo que no hagáis nada a estos hombres porque para esto han venido a la sombra de mi techo.

    — ¡Quítate de ahí! Este vino aquí para residir como forastero, ¿y ahora habrá de erigirse como juez? Ahora te haremos a ti más daño que a ellos.

    Forcejearon mucho contra Lot y se acercaron para romper la puerta. Entonces los ángeles extendieron las manos, metieron a Lot en la casa y cerraron la puerta. A los hombres que estaban junto a la puerta los hirieron con ceguera, desde el menor hasta el mayor, de modo que se fatigaban por hallar la puerta. Los ángeles dijeron a Lot:

    — ¿Tienes aquí a alguien más? Yernos, hijos... Cualquiera que tengas en la ciudad, sácalos de aquí, porque vamos a destruir este lugar por cuanto el clamor de ellos ha llegado a ser grande delante de Dios. Por eso Dios nos ha enviado para destruirlo.

    Al rayar el alba, los ángeles apremiaban a Lot, diciéndole:

    — ¡Levántate, toma a tu mujer y a tus dos hijas que están aquí, para que no seáis destruidos con el castigo de la ciudad!

    Los hombres tomaron su mano, la mano de su mujer y las manos de sus dos hijas, por la misericordia de Dios. Los sacaron y los pusieron fuera de la ciudad. Después de haberlos sacado, le dijeron:

    — ¡Escapa por tu vida! No mires atrás ni te detengas en toda esta llanura. Escapa a la montaña, no sea que perezcas.

    Dios hizo llover desde los cielos azufre y fuego sobre Sodoma y Gomorra. Entonces la mujer de Lot miró atrás, a espaldas de él, y se convirtió en una estatua de sal.
  • 3
    Juicio del rey Salomón

    Juicio del rey Salomón

    Dos prostitutas vinieron al rey y se pusieron de pie delante de él. Una de ellas dijo:

    — ¡Ay, señor mío! Esta mujer y yo habitábamos en la misma casa. Yo di a luz mientras estaba en la casa con ella y tres días después de mi parto, esta mujer también dio a luz. Las dos estábamos juntas y nadie de fuera estaba con nosotras.

    Cierta noche murió el hijo de esta mujer porque ella se recostó encima de él. Entonces se levantó a medianoche y estando yo dormida, ella tomó a mi hijo de mi lado y lo puso en su seno; y puso a su hijo muerto en mi seno. Cuando me levanté por la mañana para dar de mamar a mi hijo, estaba muerto, pero lo observé bien y aquel no era mi hijo.

    Entonces dijo la otra mujer:

    — ¡No! Mi hijo es el que vive y tu hijo es el muerto.

    — ¡No! Tu hijo es el muerto y mi hijo es el que vive.

    Entonces el rey dijo:

    — ¡Traedme una espada!

    Trajeron la espada y dijo el rey:

    — ¡Partid al niño vivo en dos y dad la mitad a la una y la otra mitad a la otra!

    Entonces la mujer de quien era el hijo vivo habló al rey porque sus entrañas se conmovieron:

    — ¡Ay, señor mío! Dad a esta el niño vivo, no lo matéis.

    — No será ni para mí ni para ti. Partidlo- dijo la otra mujer.

    Después de ver la reacción de las dos mujeres ante su decisión, el rey Salomón respondió:

    — Dad a aquella el hijo vivo. No lo matéis, ella es su madre.
  • 4
    La torre de Babel

    La torre de Babel

    Toda la tierra tenía un solo idioma, pero aconteció que al emigrar del oriente encontraron una llanura en la tierra de Sinar y se establecieron allí. Entonces se dijeron unos a otros:

    — Venid, hagamos adobes y quemémoslos con fuego.

    Así empezaron a usar ladrillo en lugar de piedra y brea en lugar de mortero.

    — Venid, edifiquemos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue al cielo. Hagámonos un nombre, no sea que nos dispersemos sobre la faz de toda la tierra.

    Dios descendió para ver la ciudad y la torre que edificaban los hombres. Entonces dijo:

    — He aquí que este pueblo está unido, todos hablan el mismo idioma. Esto es lo que han comenzado a hacer y ahora nada les impedirá hacer lo que se proponen. Vamos, pues, descendamos y confundamos allí su lenguaje para que nadie entienda lo que dice su compañero.

    Así los dispersó Dios por toda la tierra y dejaron de edificar la ciudad. Por tanto, el nombre de dicha ciudad fue Babel, porque allí confundió Dios el lenguaje de toda la tierra.
  • 5
    David vence al gigante Goliat.

    David vence al gigante Goliat

    De las tropas de los filisteos salió un paladín que se llamaba Goliat. Este tenía de estatura seis codos y un palmo. Llevaba un casco en la cabeza y estaba vestido con una cota de malla. Sobre sus piernas tenía grebas y entre sus hombros llevaba una jabalina de bronce. Se detuvo y gritó al ejército de Israel:

    — ¿Para qué salís a disponer la batalla? ¿No soy yo el filisteo y vosotros los siervos de Saúl? ¡Escoged de entre vosotros un hombre que venga contra mí! Si él puede luchar conmigo y me vence, nosotros seremos vuestros esclavos, pero si yo puedo más que él y lo venzo, vosotros seréis nuestros esclavos.

    Cuando los israelitas oyeron estas palabras, se amedrentaron, mas David, un alegre muchacho, dijo a Saúl:

    — Tu siervo irá y luchará contra ese filisteo.

    — Tú no podrás ir contra él porque eres un muchacho, y él es un hombre de guerra desde su juventud.

    — Tu siervo ha sido pastor de las ovejas de su padre. Cuando venía un león o un oso y tomaba alguna oveja del rebaño, yo salía tras él, lo hería y la rescataba de su boca. Si se levantaba contra mí, yo lo agarraba por la melena, lo hería y lo mataba.

    — ¡Ve, y que Dios sea contigo!

    Saúl vistió a David con su propia armadura.

    — Yo no puedo andar con esto porque no estoy acostumbrado.

    David se quitó de encima la armadura. Escogió cinco piedras lisas del arroyo y las puso en la bolsa pastoril. Con su honda en la mano, se fue hacia el filisteo.

    — ¿Acaso soy yo un perro para que vengas contra mí con palos?

    — ¡Ven a mí y daré tu carne a las aves del cielo y a los animales del campo!

    — Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo voy contra ti en el nombre de Dios de los Ejércitos, Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has desafiado. Dios te entregará hoy en mi mano y yo te venceré. Te cortaré la cabeza.

    David metió su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra y la arrojó con la honda, hiriendo al filisteo en la frente. La piedra quedó clavada en su frente y este cayó de bruces en la tierra. Así venció David al filisteo con una honda y una piedra, y lo mató sin tener espada en su mano. Luego David corrió, se puso sobre el filisteo y, tomando la espada de este, le cortó la cabeza.
  • 6
    Creación del mundo en siete días

    Creación del mundo en siete días

    En el principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra era caos, confusión y oscuridad por encima del abismo. Un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas.

    — Haya luz.

    Y hubo luz. Vio Dios que la luz estaba bien y la apartó de la oscuridad. Llamó Dios a la luz "día" y a la oscuridad, "noche". Atardeció y amaneció: día primero.

    — Haya un firmamento por en medio de las aguas, que las aparte unas de otras.

    Hizo Dios el firmamento y apartó las aguas de por debajo del firmamento de las aguas de por encima del firmamento. Llamó Dios al firmamento "cielos". Atardeció y amaneció: día segundo.

    — Acumúlense las aguas de por debajo del firmamento en un solo conjunto y déjese ver lo seco. Produzca la tierra vegetación: hierbas que den semillas y árboles frutales que den fruto, de su especie, con su semilla dentro, sobre la tierra.

    Llamó Dios a lo seco "tierra" y al conjunto de las aguas lo llamó "mares". La tierra produjo vegetación: hierbas que dan semilla, por sus especies, y árboles que dan fruto con la semilla dentro. Atardeció y amaneció: día tercero.

    — Haya luceros en el firmamento celeste para apartar el día de la noche.

    Hizo Dios los dos luceros mayores: el lucero grande para el dominio del día y el lucero pequeño para el dominio de la noche y los puso en el firmamento celeste para alumbrar sobre la tierra. Atardeció y amaneció: día cuarto.

    — Bullan las aguas de animales vivientes y aves revoloteen sobre la tierra contra el firmamento celeste.

    Creó Dios los grandes monstruos marinos y todo animal viviente, los que serpean, de los que bullen las aguas por sus especies, y todas las aves haladas. Dios los bendijo diciendo: "Sean fecundos, multiplíquense y llenen las aguas en los mares y las aves crezcan en la tierra”. Atardeció y amaneció: día quinto.

    — Produzca la tierra animales vivientes de cada especie: bestias, sierpes y alimañas. Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y manden en los peces del mar y en las aves de los cielos, y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todas las sierpes que serpean por la tierra.

    Creó, pues, al ser humano a imagen suya, varón y mujer, y les dijo: "Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla. Manden en los peces del mar, en las aves de los cielos y en todo animal que serpée sobre la tierra. Todo animal terrestre, toda ave de los cielos y toda sierpe sobre la tierra, animada de vida, toda la hierba verde les doy de alimento”. Atardeció y amaneció: día sexto.

    En el séptimo día Dios dio por concluida la labor que había hecho y reposó.
  • 7
    Diluvio universal y el Arca de Noé.

    Diluvio universal y el Arca de Noé

    Entonces Dios dijo a Noé:

    — Entra en el arca tú y toda tu familia porque he visto que eres justo delante de mí. De todo animal toma contigo siete parejas, el macho y su hembra. De las aves del cielo toma también siete parejas, macho y hembra, para preservar la especie sobre la faz de la tierra. Después de siete días yo haré llover y arrasaré todo ser viviente que haya hecho.

    Noé hizo todo conforme Dios le ordenó. Sucedió que a los siete días vinieron sobre la tierra las aguas del diluvio. Fueron rotas todas las fuentes del gran océano y abiertas las ventanas de los cielos. Hubo lluvia sobre la tierra durante cuarenta días y cuarenta noches. Las aguas crecieron, levantaron el arca y se elevó sobre la tierra. Solo quedaron Noé y los que estaban con él en el arca. Las aguas prevalecieron durante ciento cincuenta días. Dios se acordó de él e hizo soplar un viento que disminuyó las aguas.

    Cuarenta días después Noé abrió la ventana del arca que había hecho y envió un cuervo que iba y venía hasta que las aguas se secaron. También envió una paloma para ver si las aguas habían disminuido. La paloma no halló donde asentar la planta de su pie y volvió a él porque las aguas todavía cubrían la superficie de toda la tierra. Entonces él extendió su mano, la tomó y la hizo entrar consigo en el arca.

    Esperó aún otros siete días y volvió a enviar la paloma fuera del arca. La paloma volvió a él al atardecer, y he aquí que traía una hoja verde de olivo en el pico. Así entendió Noé que las aguas habían disminuido sobre la tierra. Esperó aún otros siete días y envió la paloma, la cual no volvió más a él. Sucedió que se secaron las aguas sobre la tierra. Noé quitó la cubierta del arca y miró que la superficie de la tierra estaba seca. Entonces dijo Dios a Noé:

    — Sal del arca tú, tu mujer, tus hijos y las mujeres de tus hijos. Saca todos los animales de toda clase que están contigo: las aves, el ganado y los reptiles que se desplazan sobre la tierra. Que se esparzan por la tierra, que sean fecundos y que se multipliquen.

    Entonces salieron del arca. Edificó Noé un altar a Dios y tomando de todo cuadrúpedo y de toda ave, ofreció holocaustos sobre el altar. Dios percibió el grato olor y dijo en su corazón:

    —No volveré jamás a maldecir la tierra por causa del hombre porque el instinto del corazón del hombre es malo desde su juventud. Tampoco volveré a destruir todo ser viviente, como he hecho. Mientras exista la tierra, no cesarán la siembra y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, el día y la noche.
  • 8
    Caín mata a su hermano Abel

    Caín mata a su hermano Abe

    Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín y a Abel. El mayor fue labrador de la tierra, mientras que el menor fue pastor de ovejas. Aconteció andado el tiempo que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Dios, y Abel trajo de los primogénitos de sus ovejas lo más gordo de ellas. Miró Dios con agrado a Abel y a su ofrenda, pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya.

    Caín se ensañó en gran manera, decayó su semblante y dijo a su hermano Abel:

    — Salgamos al campo.

    Estando ellos en el campo, Caín mató a Abel.

    — ¿Dónde está Abel, tu hermano?

    — No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?

    — ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra. Ahora, pues, maldito seas tú de la tierra, que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano. Cuando labres la tierra, no te volverá a dar su fuerza. Errante y extranjero serás en ella.

    — Grande es mi castigo para ser soportado. He aquí me echas hoy de la tierra, de tu presencia me esconderé y seré errante y extranjero. Sucederá que cualquiera que me hallare, me matará.

    — Cualquiera que matare a Caín, siete veces será castigado.

    Entonces Dios puso señal en Caín, para que no lo matase cualquiera que le hallara. Salió, pues, Caín de delante de Dios.
  • 9
    Los mechones del cabello de Sansón

    Los mechones del cabello de Sansón

    Sansón se enamoró de una mujer llamada Dalila. Fueron a ella los jefes de los filisteos y le dijeron:

    — Persuádele y averigua en qué consiste su gran fuerza y con qué lo podríamos dominar para atarlo y atormentarlo. Entonces cada uno de nosotros te dará 1.100 piezas de plata.

    Y Dalila dijo a Sansón:

    — Dime, por favor, en qué consiste tu gran fuerza y con qué podrías ser atado para ser atormentado.

    — Si me atan con siete cuerdas de arco frescas que aún no estén secas, entonces me debilitaré y seré como un hombre cualquiera.

    Los jefes de los filisteos le llevaron siete cuerdas de arco frescas que aún no estaban secas y ella lo ató con ellas. Ella tenía personas acechando en un cuarto. Entonces ella le dijo:

    — ¡Sansón, los filisteos sobre ti!

    Él rompió las cuerdas como un cordel de estopa se rompe cuando toca el fuego y no se supo en qué consistía su fuerza. Entonces Dalila dijo a Sansón:

    — He aquí que te has burlado de mí y me has dicho mentiras. Ahora dime, por favor, con qué podrías ser atado.

    — Si me atan fuertemente con sogas nuevas que no hayan sido usadas, entonces me debilitaré y seré como un hombre cualquiera.

    Luego Dalila tomó sogas nuevas y lo ató con ellas.

    — ¡Sansón, los filisteos sobre ti!

    Él rompió las sogas de sus brazos como un hilo. Entonces Dalila dijo a Sansón:

    — Hasta ahora te has burlado de mí y me has dicho mentiras. Dime, pues, con qué podrías ser atado.

    — Si tejes los siete mechones de mi cabellera entre la urdimbre y los aseguras con la clavija del telar contra la pared, me debilitaré y seré como un hombre cualquiera.

    Dalila lo hizo dormir y tejió los siete mechones de su cabellera entre la urdimbre. Luego ella aseguró la clavija y le dijo:

    — ¡Sansón, los filisteos sobre ti!

    Al despertar de su sueño él arrancó la clavija del telar. Entonces ella dijo:

    — ¿Cómo, pues, dices “Yo te amo,” siendo que tu corazón no está conmigo? Ya son tres veces las que te has burlado de mí y no me has revelado en qué consiste tu gran fuerza.

    Aconteció que como ella le presionaba todos los días con sus palabras y le importunaba, el alma de él fue reducida a mortal angustia. Entonces le descubrió todo su corazón y le dijo:

    — Nunca pasó una navaja sobre mi cabeza porque soy nazareo de Dios desde el vientre de mi madre. Si soy rapado, entonces mi fuerza se apartará de mí, me debilitaré y seré como un hombre cualquiera.

    Viendo Dalila que él le había descubierto todo su corazón, envió a llamar a los jefes de los filisteos, diciendo:

    — Venid esta vez porque él me ha descubierto todo su corazón.

    Entonces los jefes de los filisteos fueron a ella, llevando el dinero en la mano. Ella hizo que él se durmiese sobre sus rodillas. Llamó a un hombre, quien le rapó los siete mechones de su cabeza. Ella le dijo:

    — ¡Sansón, los filisteos sobre ti!

    Él se despertó de su sueño y pensó: “Saldré como las otras veces y me escaparé.” Pero no sabía que Dios ya se había apartado de él. Entonces los filisteos le echaron mano, le sacaron los ojos y lo llevaron a Gaza. Lo ataron con cadenas de bronce para que moliese en la cárcel. Sin embargo, después que fue rapado, el cabello de su cabeza comenzó a crecer.
  • 10
    Crucifixión y muerte de Jesús

    Crucifixión y muerte de Jesús

    Cuando llegaron al lugar que se llama Gólgota, le dieron de beber vino mezclado con ajenjo, pero cuando lo probó, no lo quiso beber. Después de crucificarle repartieron sus vestidos, echando suertes.

    Entonces crucificaron con él a dos ladrones, uno a la derecha y otro a la izquierda. Los que pasaban le insultaban, meneando sus cabezas y diciendo:

    — Tú que derribas el templo y en tres días lo edificas, ¡sálvate a ti mismo, si eres Hijo de Dios, y desciende de la cruz!

    De igual manera, aun los principales sacerdotes junto con los escribas y los ancianos se burlaban de él, y decían:

    — A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar. ¿Es rey de Israel? ¡Que descienda ahora de la cruz y creeremos en él! Ha confiado en Dios. Que lo libere ahora si le quiere, pues afirmó ser su Hijo.

    También los ladrones que estaban crucificados con él le injuriaban de la misma manera.

    A la hora novena Jesús exclamó:

    —¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?

    De inmediato, uno de ellos corrió, tomó una esponja, la llenó de vinagre y poniéndola en una caña le dio de beber. Otros decían:

    —Deja, veamos si viene a salvarlo.

    Jesús clamó otra vez a gran voz y entregó el espíritu. He aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. La tierra tembló y las rocas se partieron. Se abrieron los sepulcros y muchos cuerpos de hombres santos que habían muerto se levantaron. Salidos de los sepulcros después de la resurrección de Él, fueron a la santa ciudad y aparecieron a muchos.

    Cuando el centurión y los que con él guardaban a Jesús vieron el terremoto y las cosas que habían sucedido, temieron en gran manera y dijeron:

    — ¡Verdaderamente este era el Hijo de Dios!
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