En nota de prensa, ha explicado que, desde el Ministerio de Sanidad, se elaboraron unos protocolos que guiaban a los Servicios de Prevención para clasificar los distintos niveles de riesgo y la consiguiente protección de los trabajadores expuestos al contagio por la COVID-19 que no valoraban al personal de la categoría celador como personal de Riesgo.
En las primeras fases de la pandemia, donde los equipos de protección individual, ha dicho, no estaban disponibles en la cantidad y calidad necesarias para garantizar el abastecimiento de los Hospitales, se restringía a los celadores el acceso a los EPIS de mayor nivel de protección avalados por las recomendaciones de estos protocolos.
Esta práctica, ha indicado, provocó en algunos momentos incidencias de contagios superiores a la de otras categorías profesionales, entre el colectivo de celadores.
Ha recordado que el celador realiza funciones en contacto directo con el paciente como la recepción, traslado de pacientes muchas veces en ascensores de reducido espacio, cambios posturales, colocación y ayuda en el mantenimiento de posiciones para la realización de pruebas, contenciones...
Ha añadido que, muchas de estas funciones, no permiten guardar la distancia y exigen un contacto estrecho con el paciente con el consiguiente riesgo de contagio si no se garantiza el nivel de protección más alto accesible solo al personal de riesgo.
A su juicio, la profesión de celador ha sufrido una evolución dentro de los Hospitales no recogida en el catálogo de funciones publicado en el año 1971, muchas ya totalmente obsoletas.
Para STAR, el celador es una figura fundamental que está presente en todos y cada uno de los espacios del Hospital, desde la entrada, al quirófano, pasando por la Unidad de Cuidados Intensivos.
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