La calle Comtes de Bell-lloc, en el barrio de Sants, es una calle estrecha, llena de comercios y bares que cruza el corazón de uno de los barrios con más sentimiento de comunidad de Barcelona y donde aún aguanta un enorme edificio modernista. Un edificio que hace apenas unos meses albergaba el Happy Parc, el primer parque de bolas de la ciudad, y que hoy espera para ser un tanatorio.

Esta nave, -patrimonio arquitectónico de la ciudad, aunque de propiedad privada- fue en un principio propiedad de Fábricas Germans Climent. Después, en 1994, abrió como parque de bolas por el que pasaron cientos de niños, hasta que en noviembre de 2019 una fuerte subida de alquiler del 300% obligó a los propietarios del negocio infantil a echar el cierre.

Desde el momento del cierre los vecinos vivieron con incertidumbre sin saber cuál sería el futuro del edificio. Pero lo que nadie se esperaba era un tanatorio. Josep María Domingo, presidente del Centro Social de Sants, cree que el proyecto “no tiene lógica”. Considera que “lo normal hubiera sido informar antes a los vecinos” y añade que el problema de ser situar un tanatorio en la zona “no es filosófico, sino de movilidad”.

En este punto es precisamente donde Jordi Falcó, activista de la asociación, considera que “si el ayuntamiento hubiera querido apretar, podría haberlo hecho”. De esta manera, cree que “el tema podría haberse prolongado, y no se hubiera aprobado con esta rapidez”.

Miquel Taverna

Desde el centro saben que, al ser una propiedad privada, el problema base está en la especulación inmobiliaria. Sin embargo, creen que “ha faltado que el ayuntamiento se mire este tema con cariño”

Protestas de los vecinos

Desde que se conoció la noticia, los vecinos del barrio no han dejado de manifestarse y mostrar su rechazo. Para ello, han creado la plataforma “Stop Tanatori”, un lema bajo el cual han salido a la calle y han promovido un change.org para recoger firmas y poder parar el proyecto.

Sunta Sogas, presidenta de Castellers de Sants, lo ve como una amenaza: “Por mucho que digan que nos van a respetar nuestra actividad, creo que no”. En la explanada que da entrada al futuro tanatorio la asociación reúne a más de 200 personas para hacer Castells en un ambiente festivo que, según ella, “es contrario al ambiente de duelo de un tanatorio”.

“Cuando nos hemos entrevistado con la gente del distrito nos han dicho que entienden nuestras razones pero que cumplen todos los requisitos” añade. Sin embargo, su esperanza era que los promotores retiraran el proyecto ante la oposición vecinal. Pero no ha sido así.

Por tanto, una vez presentadas las alegaciones y sin haber podido parar el proyecto, lo único que les queda por hacer a los vecinos es presionar para lograr un cambio de ubicación. La recogida de firmas promovida en change.org está muy cerca de llegar al objetivo de 5.000 y la plataforma sigue organizando manifestaciones y actos públicos para intentar forzar un giro de los hechos que hoy parece complicado.

Proceso reglado

El proyecto, llevado a cabo por Funerarias Sant Ricard, prevé convertir la nave en un velatorio de dos plantas. Un cambio de negocio drástico y controvertido pero que cumple con todos los requisitos gracias a la modificación de la ordenanza de los servicios funerarios, impulsada en el 2017, que facilita la entrada de nuevos operadores.

Fuentes municipales apuntan que "se trata de un proceso administrativo reglado" y recuerdan que el ayuntamiento tiene que llevar a trámite proyectos como este que cumplan con la normativa vigente. Sin embargo, remarcan que la posición del Distrito y el Ayuntamiento es políticamente contraria a la instalación de este equipamiento en este lugar.

“Antes de la pandemia hicimos una audiencia pública con representantes del distrito y la promotora para informar” comentan desde el distrito. Un papel mediador que aseguran haber mantenido hasta el día de hoy. “Se ha intentado buscar una alternativa”.