La vuelta al aula en el plano de las emociones: "No podemos quedarnos en las normas, hay que hablar de qué nos preocupa"

Generar espacios para hablar de lo que nos preocupa y cuidarnos entre todos; en una vuelta a las clases desde el punto de vista de las emociones es necesario hablar de cómo nos sentimos: "No podemos quedarnos en las normas, hay que hablar de qué nos preocupa".

La directora del Experto Universitario en Inteligencia Emocional de la UNIR Carmen García de Leaniz ha apostado por un cuidado de las emociones, ante el inicio de curso tras el confinamiento y en plena pandemia, creando espacios en los que todos puedan hablar de cómo se sienten y "cómo nos podemos apoyar".

Ha explicado cómo potenciar la comunicación verbal puede reducir la sensación de distancia y enfriamiento a la que se enfrentan las aulas por la necesarias medidas de seguridad e higiene. Ha abogado por "romper esa sensación, porque puede llevar al miedo y el miedo incapacita para concentrarse y aprender".

El próximo 7 de septiembre, los alumnos de La Rioja volverán a las aulas tras meses de confinamiento y las vacaciones de verano. Ante esta atípica situación, García de Leaniz ha creído "importante" que los adultos, tanto padres como docentes, se den cuenta de cómo se sienten.

Hay padres que pueden tener ansiedad, miedo, preocupación, dudas y "ante la vuelta al colegio de los hijos es importante no contagiarles estas emociones". Para ello, propone "poner el foco" en tomar las medidas de seguridad y salud "con una actitud de responsabilidad, optimismo y calma".

"Darse cuenta de cómo estamos y, en vez de tomar una actitud victimista, culpar y quejarse, tomar una actitud proactiva, responsable y positiva", siendo "un ejemplo a seguir".

Así, lo primero sería "darnos cuenta de cómo nos sentimos y elegir una actitud que suponga una influencia positiva en nuestros hijos". También en el caso de los profesores que están sintiendo un miedo y una angustia que, en algunos casos, no les deja dormir. A éstos les propone darse cuenta de cómo se están sintiendo y, después, "poner el foco en lo que pueden controlar".

Ha destacado, precisamente, la importante de "centrarnos en lo que depende de nosotros" porque dejarse llevar por las cosas que o controlarnos es lo que genera un estado de ansiedad.

En el momento de explicar las normas ha visto necesario no quedarse sólo en las mismas, sino "generar un diálogo que haga aflorar sus preocupaciones".

Habrá niños que no quieran llevar la mascarilla; otros que tengan miedo al contagio; otros que sientan pena de no poder abrazar a sus compañeros y "preguntarles cómo se sienten ellos es el primer paso antes de tratar de concienciar; lo primero es escucharles para poder construir y naturalizar cómo se puedan sentir".

En los niños más pequeños se puede usar el pensamiento mágico; y en los mayores hablar de lo que puede ocurrir si no se cumplen las medidas de seguridad. "No es el mejor mensaje culpabilizar", ha dicho al tiempo que ha abogado por hablar de la responsabilidad individual, esto es, en qué puede ayudar el niño.

Es una ocasión para potenciar el sentimiento de pertenencia, de solidaridad, de respeto, en vez de meterles miedo empoderarles con la responsabilidad y la confianza.

Para los adolescentes recomienda darles información, mostrarles casos, sensibilizarles con testimonios, general un debate con ellos para que puedan expresar qué es lo que les preocupa y llegar a un acuerdo dentro de las normas. "No imponer, sino dialogar, algo que caiga por su propio peso", ha dicho.

Con respecto a los posibles conflictos que puedan surgir por rechazo a los niños que hayan pasado la enfermedad, ha invitado a "ser creativos y anticiparse". Dar información, explicar que ya no tiene riesgo de contagiar, que se ha cumplido un protocolo.

"Reafirmar que es un miedo infundado, trabajar la empatía, preguntar al niño cómo se sentiría si fuera él acusado de contagiar y fuera apartado del grupo", ha indicado.

En definitiva, ha considerado que "hay tanta incertidumbre, formas de vivirlo tan diversas, con personas enfadadas, otras que no le dan importancia, que hay que generar hábitos y rutinas para hablar de cómo nos sentimos".

De este modo, "hacer aflorar cómo se siente cada niño y buscar si alguno siente miedo". También, "poder hablar de cómo nos sentimos cuando estuvimos confinados, generar un dialogo y buscar soluciones entre todos"; de esta manera, ha concluído, "bajará el nivel de estrés".

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