La provincia arroja la preocupante cifra de 10.572 personas que tienen formación universitaria pero son demandantes de empleo. Los más necesitados (7.035) están en el paro, pero también sobreviven otros miles que están trabajando, aunque se apuntan a las listas del Servicio Andaluz de Empleo (SAE). Uno de los ejemplos tipo de este colectivo es el licenciado que trabaja en un puesto de menor cualificación (sector servicios, por ejemplo) y que alberga la clara intención de mejorar.

El análisis detallado de los más de 7.000 desempleados evidencia un 21% de aumento si se comparan los datos correspondientes a octubre de 2007 y de 2008. Y por zonas, ese crecimiento no es precisamente homogéneo. Desde la subida del 41% que se da en la oficina de Torrox (de 62 a 106 parados) hasta el descenso del 1,9% que ofrece Campillos, en el último año han brotado multitud de tonos grisáceos, pero todos empeñados en el aumento: en la capital (19,5%), Marbella (28,6), Benalmádena (10), Álora (35), Ronda (10) o Nerja (12,2).

En el extremo opuesto, los trabajadores sin cualificar también están sufriendo las consecuencias de la crisis. El incremento global en esta categoría llega al 27% y se ceba especialmente en Coín (42%). Por lo que respecta a Málaga, las oficinas del SAE ofrecen guarismos similares, que van desde el 19,3% en La Unión al 29,9 de El Palo.

El secretario general de CCOO, Antonio Herrera, explica durante los últimos diez años el modelo productivo se ha basado en los servicios y la construcción y que se ha caído en la siguiente contradicción: "Exportábamos mano de obra muy cualificada e importábamos la de baja cualificación". Aun así, el desempleo ha aumentado en todos los sectores: construcción (50%), agricultura (32,2), servicios (24,6), e industria (21).

"La crisis es como una cantinela"

Inmerso en el mercado laboral desde el año 2004, David Gallego, licenciado en Ciencias de la Comunicación, se encuentra en la lista del paro, donde figura hace un mes. "En esta ocasión parece que encontrar trabajo es más difícil", describe Gallego, quien cuenta que la "cantinela" de la crisis está en todos lados: "Nos gustaría contratar a alguien, pero ahora no tenemos oportunidad de hacerlo, repiten siempre". Y aunque no está desanimado, reconoce que con tanta crisis uno acaba desanimándose.