Son píxeles, recuérdese. Pero el jugador es sus ojos. Oye lo que el personaje oye, y sufre cuando le balean. Son videojuegos de última generación. El catedrático en Pedagogía Félix Etxeberria alertó ayer de sus riesgos en una charla en Bilbao en la jornada Videojuegos y prevención en Internet, organizado por el Centro de Formación en Consumo del Gobierno vasco.

Veamos, ¿tiene hijos?

Pues sí.

Y, ¿cómo lo hizo? ¿Vetó en casa videojuegos?

Sí. Ocurrió hace años. Le vi enganchado a un juego que se llamaba Desert Strike, donde se ametrallaba a iraquíes por la espalda en la Primera Guerra del Golfo. Y dije: «Basta, se acabó».

Pero, ¿acaso por jugar a videojuegos violentos uno se vuelve violento?

Que haya relación no significa que sea una influencia total.

Entonces, ¿qué ocurre con estos juegos fatales?

Varias cosas. Se produce una insensibilización a la violencia. Y también se acepta que aquí todo el mundo pega, todo el mundo es asesino. Eso baja las defensas para comportarse en sociedad, para ser proactivo. Y más ahora, con estos videojuegos de última generación.

¿Qué les pasa?

Que la implicación del jugador en el juego es total. Cada vez se parecen más al cine. Música, gráficos minuciosos, sonido... El chaval acaba creyendo que él es el protagonista.

¿Y hace décadas, jugando a vaqueros con pistolas?

Bueno, sí que tiene cierta relación, pero no creo que sea igual que el videojuego.

Y, ¿eso de que aíslan?

Falso. Los chavales juegan conectados a la Red, en cibercafés, juegan con amigos, hablan de ello en el recreo... Los videojuegos socializan.

BIO

Catedrático en Pedagogía de la UPV y profesor. Experto en la influencia de videojuegos. Nació en 1949 en Hernani (Guipúzcoa).

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