Una mujer israelí se quema a lo bonzo en protesta por la descolonización de Gaza

Un mujer mayor se ha prendido fuego hoy en el cruce de Netivot (Israel) en protesta por la evacuación del Ejército de los asentamientos de la franja de Gaza, informa la radio israelí. Además, el primer ministro israelí, Ariel Sharón, se dirigió a los colonos de la franja de Gaza a los que aconsejó: "no acuséis a los soldados del Ejército de la evacuación, acusadme a mí porque soy el único responsable de esto". El Gobierno hebreo espera completar la evacuación en 48 horas.

Respecto a la mujer, varias ambulancias han acudido al lugar del suceso y se desconoce por ahora el estado de la mujer.

Se trata del primer incidente serio desde que comenzó el Plan de Desconexión el pasado lunes.

Hasta ahora varios colonos han amenazado con suicidarse, sin mayores consecuencias.

Responsabilidades de Sharón

En declaraciones al Canal 2 de la televisión israelí, el primer ministro asumió que las tareas de evacuación y desalojo de los colonos de la franja de Gaza son "muy difíciles y penosas", sin embargo afirmó que Israel continuará labrando su futuro fuera de ese territorio.

"Las imágenes de los colonos (siendo evacuados de sus hogares) rompen el corazón, es imposible mirar esto, incluso para mi", refirió el jefe del Ejecutivo israelí.

La evacuación es "importante para Israel y para su futuro y a pesar de la aflicción y la pena, la evacuación debe llevarse a cabo de la forma más pacífica posible y (los colonos) no deben hacerlo más difícil de lo que es", agregó.

Policías armados, de paciencia

El Ejército y la Policía israelíes han evacuado por la fuerza, con la paciencia como arma, a la mitad de los colonos del asentamiento de Neve Dekalim, el más importante de la franja de Gaza, en el tercer día de la Desconexión.

De las poco más de 230 familias que quedaban en el asentamiento, el Ejército ha evacuado a 158.

"Yo soy una refugiada de Gush Katif", reza la cuartilla naranja que una joven adolescente lleva colgada del cuello, mientras que con una mano agarra una bandera del mismo color que saca por una de las ventanillas del autobús.

El autobús de línea de la compañía "Egged" con alguna partición en su interior para adaptarlo a las necesidades de esta operación, está casi lleno de colonos que están siendo evacuados de Neve Dekalim.

Algunos entran por la fuerza de los brazos de cuatro soldados, pero la mayoría por sus propios pies, tras percatarse de que no tenían donde esconderse y que el Ejército les desalojaría tarde o temprano.

Una vez dentro del autobús, permanecen en silencio, resignados, la puerta se abre y se cierra para dejar entrar a algún otro colono pero no hay intentos de escaparse. Por toda la localidad la misma escena se repite.

Filas de soldados quietos delante de una casa, mientras un colono les recrimina con gritos e insultos. Se trata de una operación muy poco usual para los soldados que permanecen la mayor parte del tiempo totalmente quietos, de pie, sin pronunciar una sola palabra y evitan las miradas de los colonos a la espera de que éstos últimos se cansen de hablar.

A veces forman una fila delante de la puerta de una casa, como si fuesen a entrar pero sin llegar a hacerlo, en espera de que los residentes cedan ante la presión que esto supone y entren en el autobús que les espera al final de su jardín.

"Ya sé que sois más fuertes, como también lo fueron los romanos y los nazis", afirma resignada una mujer detrás de su ventana mientras contempla a la fila de soldados, hombres y mujeres, ante su puerta de entrada.

La joven habla con dificultad porque su llanto casi se lo impide. Una mujer de la misma casa pero mayor, sale poco después de la vivienda con dos maletas, una que arrastra y la otra que carga un soldado ella.

Otra, también de avanzada edad, con los ojos enrojecidos, por rabia y por tristeza, entra y sale varias veces de su casa, grita a los soldados y opta al final, inútilmente, por entrar en su coche y marcharse, probablemente para volver un poco más tarde y encontrarse de nuevo en la misma situación.

Unos jóvenes fuera de la casa son detenidos e introducidos en el autobús tras lanzar agua y un yogur contra el vehículo en el que acabaron y que poco a poco, como otros tantos, se llenaba.

Repetidamente chicas jóvenes rompen a llorar, otros colonos se consuelan con abrazos y un hombre ha rasgado su camisa, señal de duelo en el judaísmo. También un soldado se encuentra rodeado por sus compañeros mientras derrama lágrimas tras sucumbir al acoso constante por parte de los colonos.

Las exclamaciones y los argumentos de los colonos se repetían. "Esto no es una orden militar sino un crimen", "marcharos a casa", "tú no eres un hombre", "¿no os da vergüenza?", "os acordaréis de esto en vuestros sueños", o "no os queremos en el Ejército".

En las puertas de cada una de las casas que habían sido evacuadas voluntariamente había colgada una nota en la que estaba escrito el nombre de la familia y el número de años que habían permanecido.

"Querido soldado o policía, aquí vivió felizmente la familia Murhi durante 24 años. Cuando entres en esta casa serás partícipe del mayor crimen desde el nacimiento del pueblo de Israel, no lo hagas", rezaba la nota de una de las casas.

"No estás obligado a perpetrar un crimen terrible como éste, no seremos desarraigados de nuestras casas, de aquí no nos moveremos nunca", concluía.

Por el momento, el Ejército evita entrar en las casas para sacar a los colonos por la fuerza, aunque sí se han registrado este tipo de acciones en contadas ocasiones e indudablemente lo tendrá que repetir según avanza la evacuación de los núcleos en los que se han atrincherado los más radicales.

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