El arrestado, de 37 años, vivía en una casa semiabandonada que había ocupado y que estaba muy próxima a la zona en la que había actuado Asimismo, contaba con antecedentes policiales y un amplio historial delictivo, por delitos contra el patrimonio y por conducir sin permiso. Este miércoles pasó a disposición judicial.

Según una nota de prensa de la Comisaría gijonesa, el autor de estos robos se cortó en las manos y dejó restos de sangre en todos los coches que había forzado.

Los policías que vigilaban la zona residencial de Gijón localizaron a la 1.30 horas del pasado día 27 a un hombre de 37 años de edad cuando salía de una finca de la Carretera del Infanzón, tras haber violentado un vehículo aparcado en la puerta de la vivienda.

La propietaria de la casa había salido al escuchar fuertes ruidos procedentes del exterior y sorprendió al hombre golpeando con una loseta un coche que estaba aparcado en las proximidades de su puerta.

Este, que sangraba por las manos por haberse cortado con loscristales, abandonó el lugar y fue interceptado por los agentes.La Policía le acusado de haber actuado previamente en otros dos lugares.

El primero de ellos se produjo a las 21.45 en el camino de la Canterona, en el que también había golpeado otro coche con una tapa de registro que encontró en la zona. Entre La dueña del automóvil salió de su casa al escuchar la fractura de los cristales y observó al hombre alejarse dejando un rastro de sangre.

En este caso, el hombre le llegó a decir que no llamase a la Policía, sino que pidiese ayuda a una ambulancia ya que se había cortado, pero se fue sin esperar a que llegaran los sanitarios.

Una hora más tarde, el mismo hombre había sido sorprendido causando daños en un vehículo estacionado en el Camino de la Ñora . El dueño salió de la casa al oír ladrar a los perros y se encontró de frente con un hombre que había arrancado una tapa de un contador de la EMA para acto seguido emprenderla a golpes con su coche, ocasionando daños en la puerta lateral izquierda trasera, así como la rotura de uno de los cristales traseros de la propia puerta.

Finalmente pudo ser localizado y detenido, a raíz de lo cual se descubrió que esa noche también había forzado una casa en el Camino de las Araucarias, que no tenía moradores en el interior. Para no cortase nuevamente con los cristales de las ventanas, había utilizado pañales que se había puesto en las manos y zapatos para evitar dejar rastros sanguinolentos.