Gijoneses y visitantes se quejan desde agosto de que recorrer la nueva senda fluvial del Piles -que bordea el cauce del río hasta La Camocha-
es un suplicio. La protesta de los paseantes no se debe a que el
camino entrañe demasiada dificultad o esté mal señalizado, sino al mal olor de las aguas.
El
trayecto es maloliente en gran parte del
recorrido, pero es especialmente molesto en la zona de Las Mestas. Allí el
agua, que apenas corre, ha formado una especia de estanque lleno de algas verdes y demás vegetación acuática.
La situación, tal como
explica Avelino Tejón, gerente de la
Empresa Municipal de Limpieza (Emulsa) , «suele repetirse todos los años por estas fechas. El calor acelera la
descomposición de las algas, produciendo ese mal
olor».
Emulsa se encarga de la limpieza en Gijón, pero la
responsabilidad de mantener el río en buen estado «es de la Confederación Hidrográfica del Norte», asegura
Tejón.
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