Celia nació en una familia numerosa y eso ayudó a que desde pequeña le diese «valor a lo que es trabajar e ir ganando dinero poco a poco».Y ser su propia jefa es el resultado de toda una vida –16 años con su negocio– dedicada al mundo de las telas en una tienda «de toda la vida», en pleno corazón del barrio de Os Mallos.

Ahora, como muchas de sus compañeras, empieza a ser consciente de que el ‘toda la vida’ ha perdido su significado en una ciudad donde desde hace ocho años han cerrado cerca de 2.000 tiendas, según estima la federación de comerciantes.

Y sólo el pasado mes, Celia López ha visto tres cierres en una manzana a pocos metros de su negocio, el CLC. Jubilaciones, traspasos obligados por falta de beneficios o simplemente el vencimiento de alquileres están detrás de la mayoría de los ‘cerrojazos’. Para intentar evitarlos, el concejal de Promoción Económica, Henrique Tello, anunció ayer que habrá reuniones con el sector a finales de mes para reactivar el pequeño comercio local.

Otras salidas

Siempre «muy positiva» y sonriente, Celia sabe que la crisis está haciendo mucho daño, pero casi el mismo que la falta de interés en las nuevas generaciones por heredar los negocios familiares. Sus hijos, por ejemplo, «son de otro gremio» y eso le otorga fecha de caducidad a su tienda: «Pretendo aguantar por lo menos hasta que me jubile», asegura.

Con ese temor, con la agonía del cierre, vive la mayoría del sector. «El que esté algo lejos de una zona comercial (calle Barcelona o vías peatonales) estará, si aún no, en una situación muy complicada», asegura Miguel Agromayor, presidente de la federación de comerciantes.

Un futuro poco claro también ve desde su tienda (Cereza) Elvira Niño, en la avenida de Os Mallos, con 12 años «vistiendo» a señoras en su currículo y con amigos, «no con clientes». Pero en A Coruña, el pez grande «no se come al chico; lo devora».

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