Las acusaciones ven "indudable" la culpabilidad del presunto asesino de Ana Enjamio e "inverosímil" su versión

Las acusaciones ven "indudable" la culpabilidad de César A.O., juzgado como presunto autor del asesinato de la joven ingeniera Ana Enjamio (ocurrido en Vigo en la madrugada del 16 al 17 de diciembre de 2016), y han tachado de "inverosímil" su versión de los hechos.
César A.O., acusado del asesinato de la joven ingeniera Ana Enjamio -ocurrido en Vigo en la madrugada del 16 al 17 de diciembre de 2016- durante la última sesión del juicio celebrado en la sección quinta de la Audiencia de Pontevedra.
César A.O., acusado del asesinato de la joven ingeniera Ana Enjamio -ocurrido en Vigo en la madrugada del 16 al 17 de diciembre de 2016- durante la última sesión del juicio celebrado en la sección quinta de la Audiencia de Pontevedra.
Marta Vázquez Rodríguez - Europa Press
César A.O., acusado del asesinato de la joven ingeniera Ana Enjamio -ocurrido en Vigo en la madrugada del 16 al 17 de diciembre de 2016- durante la última sesión del juicio celebrado en la sección quinta de la Audiencia de Pontevedra.

Así lo ha trasladado la fiscal durante la exposición de su informe final ante el tribunal de jurado que debe enjuiciar estos hechos, y que ha escuchado al propio acusado, así como a decenas de testigos y peritos, en la vista celebrada en los últimos días en la sección quinta de la Audiencia Provincial de Pontevedra, con sede en la ciudad olívica.

La representante del ministerio público ha pedido al tribunal popular un veredicto de culpabilidad, toda vez que "hay pruebas suficientes" para considerar que César A.O. acabó con la vida de la víctima porque "no aceptó el fin de la relación" con ella.

Según ha recordado, numerosos testigos confirmaron que el acusado estaba "obsesionado" con Ana, y la sometió a un "hostigamiento" durante meses, en los que la seguía, le amenazaba con "montar escándalo" si ella no aceptaba verle, e incluso enviaba mensajes a su exnovio Samuel (con el que Ana había vuelto a retomar el contacto) para enemistarlos.

La fiscal, quien ha recalcado que "no se está juzgando a Ana por tener dos, tres o veinticinco relaciones, porque eso es algo personal y no un delito", se ha remitido a pruebas como la aparición de sangre de la víctima en el coche del acusado, o a las declaraciones de una testigo que aseguró que César mantenía que Ana no estaría con él, "pero con Samuel tampoco".

También ha considerado incriminatorios otros hechos, como que César no hubiese entregado a la Policía la ropa que vestía en la noche del crimen, la actitud "fría" del acusado cuando declaró en Comisaría o cuando le comunicaron la muerte de Ana, o la nota de suicidio en la que pedía perdón a la víctima y decía "No lo pude soportar".

VERSIÓN "INVEROSÍMIL"

Por otra parte, la representante del ministerio público ha calificado de "inverosímiles" las explicaciones y argumentos dados por el acusado en el juicio y ha recalcado que, a lo largo de la instrucción, no había aportado esos argumentos. "Ha pasado 4 veces por el juzgado y nunca ha contado nada de esto, y nos lo tenemos que creer tres años después, que tiene coartada", ha ironizado la fiscal.

Según ha subrayado, esas "excusas" se convierten en algo "patético" cuando se trata de justificar la aparición de sangre de Ana en el coche del acusado, ya que la defensa sostiene que esa sangre pudo transferirse en alguna de las ocasiones en que ambos mantuvieron relaciones sexuales en el vehículo, teniendo Ana la menstruación.

Además, esta parte considera probado el ensañamiento y la alevosía en el crimen, puesto que Ana "fue cosida a cuchilladas", sin tener posibilidad de defenderse, y murió "de la forma más atroz". "Ana no podía imaginar que César la iba a atacar de esa manera (...)¿Se imaginan su terror en ese momento?", ha aseverado.

PIEZAS QUE "ENCAJAN"

En la misma línea, el letrado de la acusación particular ha indicado que, aunque nunca apareció el arma del crimen, ni el teléfono de la víctima, ni la ropa que llevaba el acusado esa noche, "todas las piezas encajan como un puzzle y apuntan en la misma dirección: la culpabilidad" de César A.O.

Según ha destacado, tras los episodios de acoso por su "obsesión enfermiza", la noche del crimen, cuando abordó a Ana en su portal, ella "pensaba que era una de tantas, y no se imaginó que ese día la iba a matar". "Pido que lo declaren culpable, que se haga justicia y que no salga gratis. Protejan a cualquier otra Ana que se pueda cruzar en el camino de este individuo", ha reclamado al jurado.

VIOLENCIA DE GÉNERO "DE MANUAL"

Mientras, la letrada de la Xunta, que ejerce la acusación popular, también ha señalado la culpabilidad del acusado y ha recalcado que "no había nada de normal" en su relación con la víctima. "Dice que no pudo matar a la mujer de su vida, pero es que la violencia de género es eso. Hay amores que matan", ha recalcado.

Según ha expuesto en su alegato final, este caso fue un crimen de violencia de género "de manual", en el que el acusado "es misógino y machista" como, en su opinión, ha demostrado al referirse a su relación con Ana y a su separación matrimonial con la frase "cambié un Seiscientos por un BMW".

A ese respecto, esta abogada ha recordado que "hay hombres que consideran que la mujer es de su propiedad, y que no las quieren, sino que las adquieren, como si fueran un coche", y ha afirmado que "no hay otra explicación" que la violencia machista para este crimen.

CASO WANNINKHOF

Por su parte, el letrado de César A.O. (que renunció a su derecho a decir la última palabra en la vista, argumentando que ya había sido "suficiente") ha comenzado la exposición de su informe final recordando a los miembros del jurado lo ocurrido en el año 1999 en la localidad malagueña de Mijas, cuando la joven Rocío Wanninkhoff apareció muerta, y meses después fue detenida como presunta responsable la gallega Dolores Vázquez. La detenida fue condenada y, casi un año después de entrar en prisión, se demostró su inocencia.

El abogado ha puesto el que ha calificado como "uno de los mayores errores judiciales" ocurridos en España como ejemplo del resultado de la "presión mediática" y de un jurado "que decidió en base a las apariencias". "Aquí las apariencias apuntan a César, y la prensa ya expresó su opinión condenatoria", ha advertido.

"TESTIGOS HOSTILES"

El abogado ha argumentado que no hay pruebas directas ni indicios sólidos que apunten a su defendido, más allá de testimonios de "testigos hostiles" que reflejan la imagen que la propia víctima les trasladó acerca de su relación.

A ese respecto, ha cuestionado la credibilidad no sólo de esos testigos (incluidos policías), sino también de los peritos (ha lamentado que las forenses "no cumplieron su obligación de imparcialidad") y de la propia víctima, sobre la que ha afirmado que, la noche del crimen, tuvo un encuentro sexual con César en un baño, pero lo negó y dio otra versión "para mantener su prestigio social y laboral".

En su opinión, donde realmente se refleja "la verdad" es en los mensajes de wasap y en el tráfico de llamadas entre ambos que, ha recalcado, demuestran que había una relación, incluso después de la ruptura de verano.

Según la defensa, a pesar de los altibajos, acusado y víctima mantenían esa relación hasta el día del crimen, y "estaban viviendo una auténtica pasión", con una "atracción física irresistible". Así, ha mantenido que si bien César "insistía" en estar con Ana, ésta "lo aceptaba, por tanto no había acoso".

Tras criticar que toda la investigación se dirigió a la incriminación de su patrocinado, ha advertido de que este caso ha funcionado como "una profecía autocumplida". "Se eligió un culpable, y todo lo demás se hizo para que encajase en esa hipótesis inicial", ha lamentado, y ha recordado que hubo posibles líneas de investigación que no se exploraron.

Tras la entrega del objeto de veredicto, el jurado (formado por 4 mujeres y 5 hombres) ha quedado reunido e incomunicado en la tarde de este miércoles para la deliberación.

La Fiscalía y la acusación popular piden 27 años de cárcel para César A.O., por los delitos de asesinato y acoso; mientras que la acusación particular eleva la petición de penas a 32 años de prisión, al incluir el delito de vulneración de la intimidad. La defensa reclama la libre absolución.

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