Tanta Europa
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Johnson insiste en la batalla contra la UE y las elecciones británicas se convierten en un plebiscito sobre el 'brexit'

El primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, a su salida de Downing Street en Londres.
El primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, a su salida de Downing Street en Londres.
Neil Hall / EFE
El primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, a su salida de Downing Street en Londres.

"Vamos a romper en pedazos el libro de la UE". Son palabras de Boris Johnson. No se recuerda casi ningún momento en el que el tono del primer ministro británico se haya moderado, pero no por ello deja de ser llamativo el lenguaje tan duro que ha utilizado en la parte final de la campaña electoral contra Bruselas. Reino Unido se enfrenta este jueves a sus terceras elecciones generales en cuatro años, pero en este caso el paso por las urnas vuelve a tener una connotación especial: se ha convertido en un plebiscito sobre el brexit.

El discurso de Johnson ha sido monotemático. Brexit, brexit y más brexit. Solo él, dice, lo puede asegurar. Ha ido escribiendo su propia obra dramática a lo largo de los meses, y ahora llega el momento cumbre. El líder tory sustituyó a Theresa May en el peor momento institucional del país, pero ahora afronta su debut como candidato en unos comicios. Y se lo juega todo a una carta. Él es el garante de que la decisión de la gente en 2016 (cuando un 51% votó a favor de la salida) llegue a buen puerto.

Poco importa que los diputados sí hubiesen aprobado el principio de su acuerdo de ruptura a final de octubre, o que lo único que hubiesen reclamado era más de tres días para analizar las 115 páginas de la ley que lo oficializaría, en otras palabras, que demandasen un margen equivalente al de cualquier legislación ordinaria: la oratoria conservadora predica que el Parlamento es el culpable de la parálisis y el mensaje ha de perdurar hasta el 12 de diciembre.

El envite, no obstante, tampoco es gratuito y, además de sembrar una venenosa semilla de descontento que bebe del artificio más populista, entraña un riesgo letal: de fallar sus cálculos y no lograr la mayoría absoluta, Johnson no solo habrá comprometido su supervivencia, o la cohesión territorial británica, en jaque desde el plebiscito, sino la viabilidad misma del divorcio que, hace casi cuatro años, había asumido como instrumento para hacer realidad sus ambiciones sucesorias.

Y es que ese es el gran problema que puede encontrarse Johnson en el corto plazo si sale victorioso de las elecciones. La división social es latente, pero puede ser todavía mayor. Si el brexit se produce, los efectos no serán inmediatos sobre los británicos; sobrevolarán sectores fundamentales hasta que llegue un momento en el que la losa caiga sobre la ciudadanía. Esa que el tory cree de su lado.

El peligro de un mensaje excesivamente populista

Su mensaje es populista: dice lo que los partidarios de abandonar la UE quieren oír. ¿Será efectivo? Desde luego, en las últimas horas de campaña los conservadores caminan sobre el alambre. La última macroencuesta antes de los comicios, publicada este martes, redujo la mayoría absoluta que estimaba hace tan solo dos semanas de 68 a 28 diputados y, lo más preocupante para su partido, el margen de error del estudio no descarta una Cámara de los Comunes sin hegemonías.

Mientras, Jeremy Corbyn espera. El laborista se ha caracterizado por la equidistancia. Nunca se ha sabido si está a favor o en contra del brexit. Llamémoslo secretismo. O un intento por mantener el voto de zonas rurales que son al mismo tiempo socialdemócratas y probrexit. El candidato "progresista" ha asegurado que si se celebra un nuevo referéndum sobre la salida él será "neutral".

Corbyn aprieta en las últimas horas y los sondeos apuntan a una Cámara de los Comunes sin hegemonías

Y de nuevo, la gran pregunta: ¿será efectiva esta estrategia? Eso parece. Los sondeos dan un importante avance a los laboristas en los últimos días. Corbyn ha acertado en centrar su campaña en desgastar a los conservadores y defender a ultranza los servicios públicos británicos. Se ha movido bien en las redes sociales, con técnicas modernas y un discurso que sin perder dureza ha calado en quienes quieren un cambio. Pero el partido de verdad se juega el jueves, y ese será el importante.

La retórica oportunista con la que ahora aspira a recabar máximo rédito en las urnas podría cronificar la toxicidad que ha marcado la cuenta atrás electoral, vaciando la lista de culpables a los que el primer ministro podrá responsabilizar si las listas de espera hospitalarias siguen aumentando, la economía permanece estancada, o la realidad de la negociación comercial no resulta el sencillo trámite que había anticipado.

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