Alberto Chicote se desespera en la Taberna Lolailo: desde 'la mamadita' hasta el 'huevo volador'

Alberto Chicote, en 'Pesadilla en la cocina'.
Alberto Chicote, en 'Pesadilla en la cocina'.
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Alberto Chicote, en 'Pesadilla en la cocina'.

La nueva entrega de Pesadilla en la cocina se desarrolló este jueves en la Taberna Lolailo, un restaurante con motivos andaluces situado en la ciudad de Valencia. La propietaria, Mara García, le pidió ayuda a Alberto Chicote para salvar el local, que vivía una "caída en picado" a pesar de "su ambiente de cachondeo".

Y es que el negocio familiar prometía a los clientes una experiencia de diversión, pero su carta dejaba mucho que desear. Tanto es así que el establecimiento contaba con disfraces, un photocall e incluso un chupito al que llamaron 'la mamadita' y que causó un gran asombro al chef: "¡Vaya latigazo!", respondió.

"Todo en este restaurante es precario. Ni siquiera parece un restaurante. El espacio es rudimentario, la comida es rudimentaria y parece que yo soy cáncer y no caigo bien", valoró el presentador tras la primera visita, en la que Mara y su hija África, quien también trabajaba en el local, le confesaron su devoción por la astrología: "Siempre le preguntamos a los clientes por su horóscopo", contaron.

A continuación, el chef de La Sexta asistió a un servicio que evaluó con un insuficiente: "¡Organización cero!", exclamó después de varias trifulcas. Chicote se enfadó por la lentitud con la que se trabajaba y por los numerosos descuidos que se vivieron, como la explosión de un huevo demasiado cocido ("el huevo volador") o la aparición de una pequeña cucaracha en uno de los platos.

Por ello, el madrileño decidió reunir al equipo del local para indagar a fondo en la situación. Durante la conversación, Mara y su hija expresaron la ansiedad que les producía el negocio, que estaba distanciando a la familia. "Tenemos que ser una piña de verdad y ponernos las pilas, dejarnos de tonterías", concluyó África.

Finalmente, el equipo del programa reformó el local y la carta, lo que motivó al personal a trabajar adecuadamente. Así, en el último servicio (al que incluso asistió el vidente Rappel), la familia de Mara logró sacar adelante un reto que empezó con mal pie. "Va a ir todo muy bien si trabajáis, si os esforzáis… y no solo porque lo digan los astros o las cartas. Después de una semana de trabajo, se os termina queriendo”, sentenció Chicote, que vaticinó un buen futuro para la Taberna Lolailo. 

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