Dos de los secuestradores de Rafael Ávila debían dinero al empresario sanluqueño

  • Ambos estuvieron envueltos en litigios por morosidad.
  • El móvil del prolongado rapto parece doble.
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El móvil del secuestro de Rafael Ávila era económico por partida doble. Hay "un contenido emocional" extra en el asunto, según publica hoy Diario de Cádiz.

Al frente de la trama, los dos morosos de Ávila, los viejos compinches del Arny, Luis Miguel Rodríguez Pueyo y Manuel Ibáñez García. Con los dos mantenía litigios en los tribunales Ávila.

Ibáñez compró una vivienda en la promoción que Ávila había realizado en la Casa Palacio Las Palomas, muy cerca de la plaza de abastos de Sanlúcar. Después, le alquiló un local en la misma promoción para montar un negocio de baratijas, local que ocupaba por la cara: dejó de abonar la renta en septiembre. El sanluqueño lo demandó y poco antes de su secuestro, tuvo lugar el juicio. Manuel no compareció. Sí lo hizo su abogado, que entregó las llaves y dijo que su cliente pagaría.

Al tiempo, entró en escena el compinche de las juergas del Arny, Pueyo, quien, a través del peculiar entramado de sociedades (las creadas en Madrid, que tuvieron su sede en El Puerto dos años y ahora están radicadas en Sevilla, junto a la ficticia Euro Asset Management de México) también invirtió en la promoción de la casa palacio: adquirió una vivienda, un garaje y dos trasteros. El litigio era por los últimos, que no acabó de pagar.

La familia de Rafael sospechó pronto de Ibáñez: no era normal que el que acababa de ser demandado por impago fuera con cara compungida a la sede de la constructora Avisur para interesarse por el paradero del empresario.

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