Ni con la ayuda de Bofill padre

A demás de poner en marcha la televisión municipal que Javier Arenas quiere fortificar en las capitales andaluzas donde gobierna el PP, la triconcejala Patricia Marín (Comunicación, Palacio de Ferias y Medio Ambiente) recibió del alcalde el marrón de acabar con la omnipresente suciedad de Málaga.
Casi nada. Lo primero fue persuadir al 51% de Limasa (FCC, Urbaser y Sando) de que el Ayuntamiento no es su rehén hasta 2017, sino dueño del restante 49% y también cliente exclusivo. Aunque los socios del municipio siguen pensando en lo único que les mueve (hacer caja), la situación ha mejorado, porque no van a correr el riesgo de quedarse sin un contrato que supone millones de euros. La percepción es que vivimos en una ciudad sucia. Si calmar a la parte privada de Limasa era un reto, a Marín le queda ahora lo más difícil: civilizar a los malagueños asilvestrados, que son multitud. Quienes vacían el cenicero en el semáforo, pegan el chicle en la acera, escupen y tiran los envoltorios al suelo, dejan los muebles en el contenedor de residuos orgánicos y un largo etcétera. De momento, han llegado 27.000 papeleras diseñadas por Ricardo Bofill padre. Ahora nos falta motivación conductista al estilo de Álex en La naranja mecánica.
Mostrar comentarios

Códigos Descuento