Hace unos años los colectivos de personas con discapacidad iniciaron una larga carrera para lograr la inserción laboral. Creen que aún falta mucho tramo por recorrer, pero de momento ya han logrado pequeñas victorias parciales que les animan a seguir.

Por ejemplo, desde 2004, el número de discapacitados que consiguen un contrato en la provincia de Valladolid se ha duplicado.

En aquel año sólo se firmaron 945 contratos mientras que el año pasado se alcanzaron los 2.173, un 120% más, según el estudio Mercado de trabajo de las personas con discapacidad, elaborado por el INEM.

El avance, desde 2003

El aumento de la inserción laboral se produjo a raíz de la creación de la ley de Integración Social de los Minusválidos en 1982, aunque no fue hasta 2003 cuando se dio el gran empujón, coincidiendo con el año europeo de las personas con discapacidad.

Desde esa fecha empezaron a surgir organismos que defienden los intereses de este colectivo, como el observatorio estatal que nació el año pasado.

Los datos también indican que a 31 de diciembre del pasado año había 1.418 discapacitados que demandaban un empleo en las oficinas del Ecyl. Lo que significa un 4,52% del total de parados que hay en la provincia.

Entre las 1.256 personas que tuvieron más suerte y lograron un empleo (la media es que cada uno firma dos contratos) destaca que la mayoría son discapacitados físicos (646 personas). Sin embargo, son muchos menos los discapacitados intelectuales que ingresan en el mercado laboral (256).

Roberto Zurro, Grupo Lince

¿Por qué hay más empleo?

Antes había estereotipos, pero parece que la sociedad ha cambiado. Además, las ayudas que se dan a las empresas por contratar a un discapacitado son importantes y también se empieza a cumplir la ley de 1985 que obliga a reservar un 2% de las plazas en las empresas de más de 50 empleados.

¿Lo tienen más fácil las personas con discapacidad física que intelectual?

Menos complicado. Un conserje que le falta una mano puede cumplir con su trabajo al 100%, un intelectual no. Es menos autónomo, tiene menos polivalencia y produce menos, que es lo que quiere un empresario. Por eso son vitales los centros especiales de empleo como el nuestro.

¿Responden los empresarios?

Ya no hacen tantos ascos, pero aún es necesario que se involucren más.

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