Han buscado bajo tierra a Antonio Anglés, en paradero desconocido desde al asesinato de las tres niñas de Alcácer, y estos días rastrean lo que no se ve del circuito de Valencia de F-1, su subsuelo.

Son agentes del Cuerpo Nacional de Policía especializados en bajos fondos, no porque traten con el hampa (que a veces también) sino porque vigilan y evitan delitos por debajo de la cota 0.

Los policías de la Unidad de Subsuelo se forman en Madrid y los que están destinados en la Comunitat cuentan que pasan parte de su jornada bajo tierra, donde trabajan para impedir atentados y vigilar edificios públicos. También se encargan, entre otras cosas, de escoltar desde el alcantarillado a VIPs.

En superficie, su base de operaciones es la comisaría, donde se tiran horas haciendo estudios de seguridad de edificios de postín y propuestas para blindarlos más.

Durante sus misiones subterráneas, se exponen a derrumbes, inundaciones, gases, infecciones... Nunca han tenido una baja, pero sí «indisposiciones». ¿Por qué? Llevan detector de gas, casco, mascarilla, brújula... y ya en sus inicios, hace 20 años, sustituyeron por modernos regeneradores de oxígeno los canarios que llevaban los mineros para saber si había oxígeno en la galería (su muerte anunciaba que quedaba poco en la mina).

Los 20 años de la Unidad de Subsuelo de la Comunitat dan lo mismo para trabajos sucios (literal) que para estar a los pies de la realeza: Recuperar de aguas negras la droga que los camellos tiran al WC cuando la Policía irrumpe en su casa, peinar las acequias en busca de un camello ahogado al huir de una redada, ayudar a sacar del suburbano a las víctimas del accidente del 3 de julio, vigilar desde el subsuelo por dónde pisa la Reina desde el aeropuerto hasta el Palau de les Arts para que vea tranquila Turandot ...

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