El hallazgo se produjo a finales de julio en el marco de unas prácticas subacuáticas de los GEAS. En concreto, se trata de un ancla y de un cepo de plomo de la época romana datado del siglo I antes de Cristo.
El cepo se encuentra a una profundidad de 25 metros, oculto entre posidonia y se supone fue abandonado en su momento al haber enrocado o sufrido una rotura. Por su parte, el ancla es de almirantazgo de grandes dimensiones y solo se conserva la caña y el arganeo.
Según datos del Instituto Balear de Estudios de Arqueología Marítima, la localización de los elementos se produjo en una zona que en la época romana era utilizada como refugio y lugar de fondeo de las embarcaciones.
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