Pero el fin burocrático no es "garantía de que la voluntad de los pacientes vaya a cumplirse". Así lo aseguran representantes de la asociación Derecho a Morir Dignamente. Antonio José Bautista Sánchez, secretario de la agrupación gallega cree que la legislación es poco práctica. "No se puede estar a expensas de que para acceder al documento haya que localizar un fin de semana o por la noche a un funcionario", añade Carmen Vázquez, presidenta de DMD Galicia.

El sistema se lleva a cabo mediante una serie de registros autonómicos que se dirigen uno central. A día de hoy, éste recoge las voluntades de 30.5000 personas de 12 comunidades. "Sanidad, fiel a su política de no dejar en evidencia a ninguna autonomía, no quiso decir cuáles eran las retrasadas", publica El País.

No garantiza su cumplimiento

La existencia de este testamento, no garantiza que se cumpla. De hecho un portavoz de la delegación madrileña de la asociación recordaba el caso reciente: "Un socio nuestro ingresó en el hospital de La Paz. Él y su hija eran de DMD, pero la otra hija no. Al final, se impuso el criterio de esta última". A la hora de la verdad, da igual que esté registrada la última voluntad en un notario o en un registro. "Lo que importa es que el médico lo acepte. Y eso no siempre ocurre".

"DMD apuesta por un modelo en el que se especifican más los supuestos (enfermedad terminal, dañó cerebral, estado senil). "Lo importante es que una persona haga este testamento con su médico, valore los posibles tratamientos y escriba el texto lo más concreto posible".