¿Tuvieron problemas con las autoridades?
Fuimos arrestados. Pasamos la noche en prisión, 36 horas en total, acusados de tres delitos menores y uno grave. Este último fue retirado al día siguiente.
Para mí fue una experiencia dura, tanto emocional como físicamente, como estoy segura de que lo es para mucha gente. Pero fue un pequeño precio a pagar en comparación con lo que afrontan a diario los tibetanos.
¿Qué sintió al verse en las portadas de los diarios?
Vi las portadas del New York Times y el San Francisco Chronicle en prisión. Los guardias me las mostraron porque estaban impresionados con que yo fuera una de las escaladoras. La vi después de pasar toda la noche allí. Comenzaba a sentirme exhausta y aislada, y me ayudó a conectar con el mundo exterior. Me sentí orgullosa.
¿Sigue siendo San Francisco la ciudad joven e idealista de los 60?
En muchos sentidos, San Francisco es todavía muy activa políticamente, un lugar excitante para vivir. Tenemos una amplia comunidad de tibetanos, así como un gran número de gente que, como yo, apoya su causa.
¿Qué efecto pueden tener acciones como ésta en la opinión pública?
Hemos visto un aumento en el debate público sobre el Tíbet. La cobertura mediática del movimiento tibetano, así como del uso que está haciendo China de los Juegos como herramienta de propaganda está siendo increíble, y es el resultado de la desobediencia civil y la acción directa de la gente corriente. Gente que no sabía nada del Tíbet ahora habla de ello y apoya su causa.
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