Una entrevista a los cónyuges por separado para intentar cazar el engaño y terminar con un enlace previamente pactado. Esto no solo le pasa a Gérard Depardieu en la película Matrimonio de conveniencia. Cada vez son más las personas a las que se les realiza un interrogatorio sobre su pareja, antes como después del enlace, en busca del posible fraude.

Las cifras han aumentado considerablemente. 30 casos está investigando a día de hoy la Policía Nacional, frente a los 15 investigados en todo 2007.

«Normalmente suelen detectarse al goteo, pero hay veces que de repente aparecen grandes núcleos», cuenta a 20 minutos Manuel Linares, inspector jefe de la Unidad contra las redes de inmigración y falsedades.

Los indicadores en los que se fijan para detectarlos suelen ser la diferencia de edad, el estatus socioeconómico o los antecedentes policiales de esta persona.

Es algo muy sencillo para un extranjero, le da entre 3.000 y 6.000 euros a un español o comunitario, se van los dos a un juzgado (que es donde se suelen casar la mayoría) y tras echar una firma se acaba su relación. «Es una modalidad picaresca de regularizarse. Es la opción más factible que les queda, cuando se han agotado las otras vías», asegura Linares.

Opciones para quedarse

Los extranjeros se establecen aquí por medio de dos vías: vienen como turistas y luego se quedan, incumpliendo el tiempo de estancia del pasaporte, o entran por puertos no habilitados.

Pero hay posibilidades para quedarse para los que han entrado de manera irregular: por arraigo, colaboración con la justicia y también al casarse con un español o comunitario. Esta es la opción más utilizada, tanto que es aconsejada por abogados y agencias matrimoniales.

Desde el momento que contrae matrimonio, el extranjero adquiere el derecho comunitario (no se puede expulsar) y en un año puede pedir la nacionalidad. Adquiere un status superior. En cambio, el extranjero extracomunitario tiene que renovar su permiso.