El representante del Ministerio Público insistió ante el tribunal en que "la peor de las sanciones ya la vive Lydie Debaine con la pérdida de la persona a la que consagró su amor y su vida". Debaine había hecho ingerir fármacos a su hija antes de ahogarla en una bañera.
"Esta absolución va a liberarme aunque no lo borra todo", añadió Debaine, que insistió en que piensa continuamente en su hija, a la que echa de menos, aunque no lamenta lo que le hizo.
También se mostró satisfecha de que dentro de su familia no la hubieran condenado. Una alusión en particular a su ex marido, que había señalado que entendía lo hecho por su ex mujer teniendo en cuenta la situación de deterioro que sufría su hija y de los 26 años que había dedicado a cuidarla.
Había nacido prematura y con una grave discapacidad motriz cerebral que le causaba una invalidez estimada del 90 por ciento. Cuando murió a los 26 años, tenía la edad mental de un niño de cinco y llevaba varios años sufriendo crisis de epilepsia, fuertes dolores de cabeza y vómitos repetitivos.
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