Una francesa con un mal incurable pide al presidente galo que la dejen morir

  • Padece una enfermedad que puede causar hematomas, incapacidad para moverse y hemorragias múltiples.
  • La paciente está relacionada con una asociación suiza que facilita el suicidio pero no tiene el dinero para cubrir los gastos.
  • El caso llega semanas después que el de Chantal Sébire.
El síndrome de Ehlers-Danlos lleva a la disminución de los tejidos que sostienen la piel por falta de colágeno.
El síndrome de Ehlers-Danlos lleva a la disminución de los tejidos que sostienen la piel por falta de colágeno.
INFOBAE
El síndrome de Ehlers-Danlos lleva a la disminución de los tejidos que sostienen la piel por falta de colágeno.
Francia parece asistir a un nuevo debate sobre el derecho a la eutanasia activa. Si primero fue
Chantal Sébire la que pedía la muerte asistida debido a un extraño cáncer que le desfiguró el rostro; ahora es Clara Blanc, una mujer con una enfermedad degenerativa que pide al Gobierno galo ayuda para morir con dignidad.

"No soy ninguna suicida y espero morir lo más tarde posible", dice Blanc en una carta que ha enviado al presidente francés, Nicolas Sarkozy, y a la ministra de Sanidad, Roselyne Bachelot. "Pero llega un momento en que la vida ya no es sino una agonía irreversible", cuenta la mujer que vive en la ciudad de Montpellier.

Llega un momento en que la vida ya no es sino una agonía irreversible
Blanc, de 31 años, padece el síndrome de Ehlers-Danlos, una afección hereditaria que lleva a la disminución de los tejidos que sostienen la piel por falta de colágeno. Esta enfermedad puede causar hematomas,
incapacidad para moverse y hemorragias múltiples.

"No podré tener hijos"(...) "Probablemente en cinco años tendré que andar en silla de ruedas", escribe Blanc en la carta que cita el periódico francés Le Monde.

La paciente está relacionada con la asociación suiza Dignitas, que facilita el suicidio. "Pero los gastos se aproximan a los 6.000 y no los tengo", confesó.

El caso de Blanc se conoce pocas semanas después de la muerte de Chantal Sébire, tras el cual se reabrió el debate de la eutanasia que Francia creía haber cerrado hace tres años.

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