El anuncio de la colocación de 14 cámaras de vigilancia en la calle San Francisco para combatir la delincuencia provocó un gran debate político y una controversia vecinal acerca de la libertad e intimidad de las personas. Estas cámaras se instalarán para finales de año. Sin embargo, en otras tres zonas de Bilbao no ha hecho falta debatirlo.

El Ayuntamiento de Bilbao ha colocado por sorpresa 12 cámaras en otros tres puntos de Bilbao. Están situadas en tres zonas con una característica común: su exposición a los actos vandálicos. Son la calle Cristo, para vigilar las rampas mecánicas que facilitan la subida al barrio de Uribarri; en la calle Tenor Fagoaga, en Santutxu, donde hay escaleras mecánicas entre la parada de metro y la calle Carmelo, y en la pasarela de Bentazarra, otro lugar propicio para los actos vandálicos.

Las cámaras, cuyo coste ronda los 22.000 euros por unidad, ya están probadas y los responsables de Obras y Servicios, el área que gestiona estas instalaciones, han decidido mantenerlas. La razón de ello es obvia. Las rampas mecánicas han sufrido a lo largo de sus tres años de historia numerosos sabotajes que las han dejado inútiles.

El año pasado, unos vándalos cortaron de cuajo el pasamanos. La consecuencia, dos meses sin rampas. Es habitual que los gamberros metan objetos en los huecos de las rampas o que activen el botón de parada de seguridad.

Además del contratiempo para los vecinos, su reparación es un verdadero problema. En ocasiones incluso hay que pedir a Suiza algunas de las piezas.

"No hay día en que alguna rampa no funcione"

La prueba de que las rampas son de gran utilidad para los vecinos está en las reacción de los residentes cuando alguna deja de funcionar. "Y no hay día en que deje de funcionar alguna rampa", dice, molesta, Maritxu, vecina de la calle Uribarri. "Se estropean o las rompen muchas veces", se queja. El pasado viernes, los técnicos reparaban la primera de las cuatro rampas que tiene la calle Cristo. "Lo peor es cuando no funciona la más grande", se queja.

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