Esencia pura de México aunque nacida en Costa Rica, Chavela Vargas respondió una vez, al ser increpada sobre su país de nacimiento: "¡Los mexicanos nacemos donde nos da la rechingada gana!". Nadie se atrevería ahora a cuestionar su lugar de origen. Y sin ella, no se entendería tampoco la música ranchera. "Las amarguras no son amargas cuando las canta Chavela Vargas y las escribe un tal José Alfredo", diría Sabina.

A los treinta años ya era toda una figura en Acapulco. Lo consiguió, además, con una actitud contracorriente y escandalosa para la época - vestía como hombre, fumaba tabaco y se emborrachaba-. Dejó como legado interpretaciones personalísimas y únicas como La llorona, En el último trago o Ojalá que te vaya bonito y estrechos lazos con artistas e intelectuales como Frida Kahlo, Pablo Neruda, Juan Rulfo, Pedro Almodóvar, Lila Downs o Agustín Lara.

Cuando se cumplen 100 años de su nacimiento, su estilo y su legado siguen dejando una profunda huella y así lo demuestra la exposición Llorando a Chavela, que le rinde homenaje a través de la mirada de ilustradores, pintores y artistas españoles y latinoamericanos en la madrileña Casa de América hasta el próximo jueves 13 de junio (L-V. 11.00 a 19.30, S. 11.00 a 15.00, D. cerrado, entrada libre).

Cada uno de ellos muestra su particular visión de la artista, dándose cita obras de artistas españoles como Rebeca Khamlichi, Javier Mariscal, Isidro Ferrer, Javier de Juan, Pep Carrió, Jorge Arévalo, Raúl Arias o Peres, argentinos como Agustín Sciammarella y Eulogia Merle, venezolanos como Victoria Fernández, cubanos como Ajubel, colombianos como Lina Castellanos y Nicolás Villamizar y mexicanos como Patricia Fornos o el ilustrador afincado en España Ulises Culebro.

"En general hay un despliegue de emociones y pienso que cada una es una visión personal de Chavela pero en todas hay mucho de ella", explica Fornos a este diario sobre el conjunto de la exposición. De origen español pero nacida en México D.F. en 1980 y conocida como la "artista de las calaveras", para Patricia su compatriota es "como artista emocionalmente indescriptible y como mujer un ejemplo y un orgullo. Hay un antes y un después de Chavela Vargas. Fue incomprendida y juzgada pero es digna de admiración porque eso la hizo más fuerte".

La pieza que ha elaborado para esta muestra se aleja de sus conocidas y coloristas calaveras. En esta ocasión, se ha decantado por un retrato hiperrealista sobre tela que posteriormente ha bordado. "En España casi no se me conoce como retratista pero es tal vez la faceta más emocional de mi arte. El hecho de hacer la obra bordada es un trabajo de construcción muy detallado, trabajas con las manos, quería hacer este homenaje así, con mucho cariño y respirando cada hilo de la obra".

Chavela, que aparece con pose de plenitud y los brazos extendidos, está acompañada de dos elementos simbólicos y muy mexicanos. Por un lado el jorongo, una prenda utilizada desde la época colonial en la nueva España "al hacerla como un plumaje de Quetzal (ave sagrada que no se puede tener en cautiverio) quiero expresar su espíritu libre e indomable". Y por otro, la llorona, leyenda convertida en canción popular mexicana que Chavela hizo inmortal. Símbolo de la mujer libre, y también del dolor del desamor y la amargura, ella misma se definiría como "brava, silvestre, lesbiana y buena".

Además, Casa de América dedicará próximamente un homenaje online a la artista en su página web. Este especial contará con vídeos de reconocidos artistas versionando las canciones de Chavela, ilustraciones inspiradas en ella, textos de amigos como Pedro Almodóvar o Martirio, fotografías inéditas y otras que merecen ser recordadas.