Muchos comerciantes británicos se sienten más seguros gracias a una alarma que no pueden oir. Es como el cuento del telar de oro (aquel en el que dos pícaros engañaban a un rey con un supuesto traje que sólo veían los más inteligentes y que no existía), sólo que con una explicación científica y una polémica sobre la mesa.

En 2005, Howard Stapleton patentó un sistema de alarma para ahuyentar a los gamberros: unos altavoces que emiten un sonido imperceptible para los adultos, pero que es realmente molesto para los menores de 25 años.

La explicación se encuentra en la prebiacusia, es decir, la pérdida progresiva de audición por parte de los seres humanos, según la cual se pierde la capacidad de percibir las frecuencias más altas del espectro. En base a este fenómeno se han creado, incluso, tonos para móviles.

¿Derecho o discriminación?

El sistema de Stapleton, conocido como ´Mosquito´, se empezó a comercializar con gran éxito con el apoyo del Gobierno británico, que no lo considera ilegal; tanto ha sido el crecimiento del producto que a cuenta con una empresa que se dedica, en exclusiva, a su venta, distrubución y desarrollo.

Pero ya han comenzado a surgir voces en contra ya que, para muchos, supone una discriminación hacia los jóvenes por el mero hecho de serlo. Según recoge Daily Mail, sir Albert Aynsley-Green, comisionado para la Infancia en Inglaterra, cree que este tipo de medidas "demonizan a los niños y a los jóvenes, creando una poderosa línea divisoria", ya que no distingue entre gamberros y no gamberros, sino entre jóvenes y mayores.

Desde la empresa se defienden: "¿Derechos de los niños? ¿Qué hay de los derechos de quienes temen las gamberradas de los jóvenes?". La polémica sigue, y el inventario crece.