Los expertos en televisión de 20 Minutos han puesto sus ojos críticos en la serie Física o química y sus opiniones sobre la ficción de Antena 3 han sido dispares. No hay un veredicto claro.

Fran Pomares, columnista de televisión:

Física o química llega una década tarde. Mantiene algunos de los tópicos menos afortunados de series como Compañeros, Al Salir de clase o SMS. Todo huele a producto mil veces expuesto en televisión.

Los personajes son estereotipos con poca profundidad y los actores que les dan vida se instalan en la planicie interpretativa: algunos tienen, incluso, evidentes problemas de vocalización.

Desde el punto de vista narrativo, las tramas están bastante deshilvanadas o son muy poco creíbles. La tensión sexual entre dos de los profesores a espaldas del marido de ella (también profesor) no hay quien se la crea.

Bob Pop, bloguero de televisión:

Arremeten contra Física y química algunas asociaciones de biempensantes que se rasgan las blusas de nylon y ponen el grito en el cielo a propósito de los argumentos de la serie (sexo entre adultos y adolescentes, consumo de drogas, acoso escolar y homofobia o racismo despiadado).

Asociaciones que demuestran por qué esta serie es un éxito: porque las bandas de meapilas que exigen su retirada de antena (3) confirman lo que sus creadores ya sabían: que la adolescencia, esa etapa en la que cualquier mínimo incidente se transforma en una debacle universal, es un material potente.

Porque, tal y como comprobamos día tras día, habitamos en una sociedad de adultos que no abandonaron la adolescencia. Y siguen en ello. Preocupándose por tonterías y giros de ficción que no llevan a ningún sitio, sólo a pasar un rato entretenido frente al televisor en horario no infantil. ¿Lo mejor de Física y química? Lo nervioso que se han puesto algunos con la asignatura.

Peter Cásting, columnista de televisión:

Ya se sabe en qué ha terminado el debate: la Física ha terminado por imponerse a la Química. Advertía un servidor, en una de sus columnas, del riesgo que corría esta serie -que tiene una factura bastante correcta y algunos actores convincentes- de caer en el camino trilladísimo del roce, del frotamiento glandular, del intercambio de fluidos.

En este caso, entre un representante del profesorado y otro del alumnado, además de los inevitables escarceos y desengaños adolescentes. Las peores previsiones se cumplieron y la trama ha degenerado hasta parecer una versión lasciva de Matrimoniadas.

Se ha perdido, por tanto, una oportunidad para mostrar la terrible dureza psicológica que acompaña al oficio de maestro (si es que aún pueden llamarse así) y los denodados esfuerzos que hay que emprender para inculcar algo de sabiduría en las molleras de nuestros jóvenes.

Sí, admito que 'F o Q 'es un reflejo bastante descriptivo de la situación de nuestros institutos -en este sentido, no entiendo de qué se queja la gente-, pero con el sexo y acaso el corazón como centros neurálgicos del discurso, todo queda en un artificio sin sentido, en una exaltación de la frivolidad y en un desfile de los modelitos que hay que lucir para ser "cool" entre los compañeros de aula.

Al final, Física o Química no ha sido una asignatura "hueso". Más bien una de las "marías".

Israel Álvarez, columnista de televisión:

En Los Serrano, Raquel (Elsa Pataky) se lió con Marcos (Fran Pera), eran alumno y profesora. En Compañeros, Suso (Armando del Ríio) el profe de gimnasia, también se lió con una alumna, Marta (Irene García). Física o química no está rompiendo ningún molde, ni siendo pionera en esto de escandalizar a la audiencia.

¿Es buena o es mala Física o química? Depende del rasero que se use. Es evidente que esta serie no se ha hecho para reflexionar (o sí, si se quiere), sino para entretener y para ser vista. Si medimos el valor de la serie por estos objetivos, la serie es buena. Entretiene y hace buenos datos de audiencia.

Los que la han criticado quizá deberían recordar que nadie les obliga a verla, que todos los televisores tienen botón de cambio de canal y de que es responsabilidad suya qué ven o que no ven ellos y sus hijos. ¿Podemos criticar a una heladería por tener helados de fabada o elegimos el de vainilla y ya está?