Pablo Casado, la savia nueva del PP "sin complejos"

Pablo Casado.
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EFE
Pablo Casado.

Nueve meses. Ese es el tiempo que lleva Pablo Casado al frente del Partido Popular. Llegó a la presidencia después de una cadena de acontecimientos poco habituales: una moción de censura prosperada contra Mariano Rajoy y las primeras primarias en la historia del partido, que el hasta entonces vicesecretario le ganó en segunda vuelta a la exvicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría.

A sus 38 años, Casado afrontó el 28 de abril sus primeras elecciones como candidato, una cita con las urnas que puede considerarse la segunda que encaraba, después de las andaluzas del pasado diciembre en las que el PP logró acabar con el monopolio socialista en la Junta y erigir a Juan Manuel Moreno como presidente. Eso sí, en las generales la cosa cambió: obtuvo el peor resultado de la historia del partido, con solo 66 diputados.

Como si un dejavú se tratara, el PP ha retrocedido casi a sus inicios. Al menos es ese el mensaje que quiere trasmitir la nueva dirección: lo hecho, hecho está. Y muy bien. Casado quiere que al PP, al de antes y al de ahora, se le recuerde por los aciertos y no tanto por los errores. Hizo y hace pocas referencias a la corrupción, pero muchas a los "milagros económicos". En paralelo está la cuestión identitaria: la España de los balcones es con la que se identifica un líder al que casi nadie le niega el carisma pero al que casi todos le afean que se pueda estar sobrexponiendo. A más presencia, más posibilidad de error. ¿Y si eso le penaliza en las urnas?

La carrera de Pablo Casado en Génova ha sido calificada por muchos como meteórica. Licenciado en Derecho y ADE, el candidato más joven de todas las grandes fuerzas políticas se afilió a los populares en 2003 bajo la presidencia de José María Aznar. Él mismo lideró las Nuevas Generaciones de Madrid durante ocho años (entre 2005 y 2013). En todo momento compaginó cargos en el partido. Casado fue diputado de la Asamblea de Madrid entre 2007 y 2009 y es diputado en el Congreso desde 2011. En 2015 entró a formar parte del Comité Ejecutivo Nacional.

En enero de 2015, fue elegido portavoz del comité de campaña para las elecciones municipales y autonómicas celebradas ese mismo año, siendo nombrado en junio de ese mismo año vicesecretario general de comunicación por Mariano Rajoy. Es cargó lo ejerció durante tres años.

Casado, que había entrado de lleno en política de la mano de Aznar (a quien considera como uno de sus padres políticos), y se había consolidado con Rajoy, encontró su gran momento en 2018. La moción de censura empujó al PP a celebrar las primeras elecciones primarias desde la creación del partido. Un joven vicesecretario dio el paso para plantar cara a dos nombres fuertes de la formación: Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal. Y ganó con un 57% de los votos frente a la vicepresidenta. En una segunda vuelta donde encontró el apoyo de los compromisarios, Casado halló el camino para marcar su proyecto.

Un PP que reivindique su pasado

¿Y cuál es? Pablo Casado y su equipo lo tienen muy claro: quieren que el PP recupere sus valores. Quieren un PP "sin complejos". En todo momento ha apelado a lo conseguido por Aznar, con guiños también a Rajoy pero en menor medida. La Convención Nacional celebrada en enero dejó esto en evidencia. El Partido Popular de Pablo Casado es más aznarista que marianista. Y por supuesto, tampoco es sorayista.

El presidente ha dejado claro que las primarias le dieron poder para presidir el partido durante cuatro años, y ese mando lo ha dejado notar desde las listas electorales. Apostó por la presencia de la sociedad civil, por recuperar viejas figuras del partido, y por purgar a quienes apoyaron a Santamaría en su momento.

Así, de cara al 28-A Casado se apoyará en gente de su confianza. El secretario general del partido, Teodoro García Egea, es la persona de más confianza para él. Egea se ha convertido en el escudero perfecto para los planteamientos casadistas, como también lo es Javier Maroto. El exalcande de Vitoria es ahora el vicesecretario de Organización (lo equivalente al número tres del partido) y dirigirá la campaña electoral en la que Casado buscará amortiguar un golpe que muchos auguran: aspira a pactar en la derecha y gobernar. Como en Andalucía.

Pero no se olvida de Cataluña. Allí, precisamente, tiene a otro de sus grandes valores: Cayetana Álvarez de Toledo (que logró el único escaño del partido en Cataluña). La periodista ha vuelto a la primera línea como cabeza de lista por Barcelona, después de haber abandonado el barco entre críticas a Rajoy por la gestión del conflicto independentista. Casado trató de regresar a lo grande, y ahora, en cambio, le toca reconstruir sus teorías y su discurso desde la oposición.

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