Tanta Europa
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Todas las posibilidades del 'brexit' siguen abiertas: qué puede ocurrir hoy en la votación del plan de May

Un hombre se manifiesta contra el 'brexit' durante una protesta en el exterior del Parlamento británico en Londres (Reino Unido).
Un hombre se manifiesta contra el 'brexit' durante una protesta en el exterior del Parlamento británico en Londres (Reino Unido).
Vickie Flores / EFE
Un hombre se manifiesta contra el 'brexit' durante una protesta en el exterior del Parlamento británico en Londres (Reino Unido).

La salida del Reino Unido de la UE tendría que haberse producido, según los plazos originales, este viernes 29 de marzo. En lugar de eso, los diputados británicos todavía se debaten entre apoyar el último plan que Theresa May firmó con Bruselas para acortar así la agonía o desafiar todo lo visto, vivido y firmado.

De momento, las cuentas no le salen a la primera ministra, que ha logrado, con una argucia legal y esquivando las reticencias del presidente John Brecow, que su documento pase por tercera vez por la Cámara. Será hacia las 15.30, hora española. Sobre la mesa, además, está su propia cabeza, que ofreció para convencer a su grupo.

La fecha de esta votación se fraguó la semana pasada en la reunión de los líderes de los 27. Concedieron in extremis a May, cuyo acuerdo de divorcio había sido ya rechazado dos veces -15 de enero y 12 de marzo- en Westminster, una prórroga, pero con condiciones. Y ella aceptó.

Para empezar, nada de irse al 30 de junio, como ella pedía. Además, el plan debía volver al Parlamento británico con estas reglas: si la Cámara le da un sí, la prórroga será corta y durará hasta el 22 de mayo; si la Cámara lo rechaza, la prórroga se alargará solo hasta el 12 de abril.

En el primer caso, Reino Unido tendría tiempo suficiente para aprobar toda la legislación asociada a su salida y la ruptura seguiría adelante hacia la segunda fase. En el segundo caso, Reino Unido tendría que explicar a la UE cómo va a proceder (salir sin acuerdo, pedir más tiempo, hacer otro referéndum, revocar el brexit) y, para enrevesar aún más la situación, plantearse si quiere participar en las elecciones europeas del 26 de mayo.

El truco: partirlo en dos

Por tanto, para acatar lo dicho por la UE hacía falta votar el plan de May una tercera vez en el Parlamento británico, pero el presidente de la Cámara, John Bercow, anunció que no iba a permitir que los diputados se pronunciaran sobre el mismo texto y pedía cambios "sustanciales". Mientras tanto, ocho teóricas alternativas al plan eran desechadas, entre ellas, por cierto, una salida sin acuerdo, la revocación y otro referéndum, aunque esta estuvo muy igualada (295/268).

La primera ministra ha logrado, finalmente, que la votación se celebre este viernes, en el plazo que le dieron los 27, con un truco: partir en dos su plan. Se votará la parte del acuerdo de divorcio y no la declaración política. De esta forma, el texto sometido a votación no será el mismo. Bercow ha aceptado y así se hará.

En una reunión a puerta cerrada el miércoles, May puso sobre la mesa su dimisión para convencer a aquellos miembros de su partido que hasta ahora han rechazado su estrategia. Les dijo que ella ya no estaría para liderar la nueva etapa del brexit, la negociación de la futura relación entre Londres y Bruselas.

Unos 25 ya han cambiado de parecer, incluido el exministro de Exteriores Boris Johnson, pero no es suficiente. Todavía hay medio centenar, según los cálculos de algunos medios, que se resisten. Además, se oponen el norirlandés Partido Democrático Unionista (DUP) y, en principio, los laboristas, que no quieren ir "a ciegas", aunque May intentará convencerlos. Si el plan se aprueba, la fecha del 22 de mayo entrará en vigor; si no, todas las posibilidades seguirán abiertas.

El tratado de salida que se votará este viernes incluye en sus 595 páginas algunos de los aspectos más controvertidos de la negociación. Establece la factura de salida que debe abonar el Reino Unido (unos 45.000 millones de euros), detalla los futuros derechos de los ciudadanos de ambos lados del canal de la Mancha y, de manera especialmente relevante, enuncia el controvertido mecanismo de salvaguarda para evitar una frontera entre las dos Irlandas.

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