La jubilada que descubrió que no podía sentir dolor

Jo Cameron, la mujer ‘inmune’ al dolor (a la izquierda).
STV

Cuando Jo Cameron, una maestra escocesa ya jubilada, visitó a su anestesista para ver cómo evolucionaba su mano recién operada, éste no daba crédito a lo que oía. La paciente no se quejaba de dolor y tampoco había necesitado más analgésicos que Paracetamol de un gramo para el posoperatorio de una intervención ostensiblemente dolorosa.

Su anestesista, atónito, remitió a Cameron a la unidad de estudios genéticos del dolor de la Universidad de Oxford, donde estudiaron su caso y descubrieron que sufría una alteración genética que le hacía inmune al dolor.

Los resultados del estudio genético fueron reveladores: en una muestra de 1.000 individuos, solo se había encontrado una mutación genética similar en otra persona.

Lo insólito de este caso tiene mucho que ver con la edad con la que la paciente ha descubierto su 'inmunidad': 66 años. «Echando la vista atrás, me doy cuenta de que nunca he necesitado analgésicos, pero si no los necesitas no te preguntas por qué», explicaba Cameron en declaraciones a la BBC.

Una vida sin dolor, ansiedad ni miedo

Su historial médico está plagado de intervenciones que para la mayoría de los pacientes son dolorosas: un remplazo de cadera, una muñeca rota, y numerosas intervenciones dentales... para las que Cameron no necesitó ningun tipo de analgésico.

Ni siquiera se quejó de dolor durante sus dos partos: «Fue extraño, pero no sentí dolor. Fue bastante agradable, de hecho», aseguró a la cadena británica.

Además de su inmunidad al dolor, Cameron dice tampoco sentir miedo o ansiedad: «No siento esa reacción... no es valentía, el miedo simplemente no pasa», sostiene.

El caso de Cameron es un caso extremo de hipoalgesia. Quienes la padecen sufren una sensibilidad disminuida a estímulos nocivos, es decir, muestran una respuesta a un estímulo doloroso relativamente menor a la que se les supone.

La presencia de esta mutación en la población es bajísima, pero el hecho de que Cameron haya descubierto su condición a una edad tan tardía hace pensar a los autores del estudio que su incidencia podría ser más alta de lo que se piensa.

«Las personas con insensibilidades raras al dolor pueden ser muy valiosas para la investigación mientras aprendemos como las mutaciones genéticas influyen en cómo experimentamos el dolor, así que animamos a todo aquel que no experimente dolor a que de un paso adelante», pidió el doctor Cox –uno de los autores del estudio– en declaraciones a la BBC.

El gen FAAH, el responsable

Ciertas mutaciones en el gen FAAH se relacionan con una baja necesidad de analgésicos en los posoperatorios y con ausencia de ansiedad en humanos. En estudios con roedores, se han observado casos de 'inmunidad' al dolor y una curación más rápida de las heridas.

«Se le llama el gen feliz o el gen olvidadizo. He estado molestando a la gente por ser feliz y olvidadiza toda mi vida. Ahora tengo una excusa» , asegura Cameron, que por fin podrá explicar a sus parientes y amistades su peculiar forma de vivir la vida.